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JULIO BASTIDA Las cifras de siniestralidad en las piscinas de los complejos hoteleros o instalaciones deportivas donde se realizan actividades acuáticas son preocupantes y objeto de una reflexión profunda por parte de las autoridades pertinentes.

La Ley es clara y concisa en cuanto a la seguridad, pero existen lagunas importantes en la aplicación y en los controles de seguimiento. Las consecuencias en algunas ocasiones son trágicas.

Además de los problemas habituales a los que deben enfrentarse los socorristas de las piscinas propios de sus funciones, en algunos hoteles se les añade un abuso de libertades de ciertos turistas que, sumados al consumo de alcohol, han provocado en la Isla varios fallecimientos al precipitarse desde balcones o ahogarse en las piscinas.

La organización por parte de algunos hoteles de concursos de cervezas a las diez de la mañana en las terrazas, o el consumo de alcohol por parte de los 'hooligans', sumado a las altas temperaturas de los meses estivales, provoca que pierda el control y se cometan autenticas barbaridades.

En los medios de comunicación trasciende cuando un turista se tira de un balcón embriagado y fallece. La realidad, el día a día, es muy diferente. En Balears, varias decenas de personas fallecieron en los últimos años tras precipitarse desde ventanas o balcones de establecimientos hoteleros o ahogados en complejos acuáticos, pero más de un centenar de turistas corrieron mejor suerte y no precisaron de atención médica, cuando desde un primer piso y con altas dosis de alcohol en el cuerpo se lanzaron a las piscinas provocando la alarma social.

Tomeu Llobera y José Merino son los socios fundadores de la empresa de socorrismo Salvament Aquàtic. Una empresa pionera en cuestión de programas de seguridad, que cinco años después de su puesta en funcionamiento y más de 50.000 horas de vigilancia, nunca ha tenido que lamentar ningún problema de relevancia.

«Los que nos dedicamos al sector del socorrismo, tanto en playas como en piscinas, debemos ser conscientes del eslogan de que todo lo que puedas prevenir, después no tendrás que actuar. Nosotros hemos implantado un nuevo sistema pionero en la Isla denominado 'no todo vale, tolerancia cero'. Consiste en la puesta en marcha de una serie de medidas y compromisos para evitar la siniestralidad en los complejos acuáticos. En primer lugar, se establece con la dirección del hotel un protocolo de actuación, de formación y de colaboración. Dejamos muy claro que una cosa es ser permisivos y tener mano izquierda con los clientes y algo muy diferente el ser 'pasotas' con actitudes que puedan poner en peligro la vida de las personas», indica Llobera.

«En muchos hoteles donde han fallecido turistas, después nos han llamado para implantar el programa con resultados muy positivos. Se trata de educar y fomentar el civismo en las piscinas. Esto se consigue con personal formado, preparado y con la implicación total y absoluta de la dirección del complejo. Que la media de edad de los vigilantes sea superior a treinta años ayuda a que los turistas respeten más la figura del socorrista. Además quien no cumple las normas es invitado amablemente a que abandone el hotel», añade.

No tirarse a las piscinas de cabeza, nunca hay que dejar solo a un niño en la piscina o cerca de ella, evitar los flotadores hinchables pequeños, no molestar a los demás usuarios, respetar los tiempos de digestión después de las comidas, no haber consumido alcohol o drogas, son algunas de las recomendaciones para no tener ningún disgusto importante en los días de ocio y facilitar el trabajo de los cientos de socorristas que velan por nuestra seguridad en playas y piscinas.