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JULIO BASTIDA Salvador Botella y Gabriel Rosselló, son dos minusválidos que el pasado sábado vivieron una terrible pesadilla en el metro de Palma. Eran las 17:46 horas, cuando acudieron a la taquilla de la estación intermodal y compraron dos billetes. Una vez adquiridos los pasajes, subieron al vagón y emprendieron su viaje con destinación a Costa de Son Fuster. Una vez llegaron a la citada estación Gabriel relata: «Nos bajamos del tren y fuimos hacía el ascensor. La sorpresa fue tremenda cuando nos percatamos que el ascensor no funcionaba, después nos esteramos que no funciona desde hace más de cinco meses. El resto del pasaje que iba en el tren, subió por las escaleras y se marchó. Nos quedamos nosotros, en silla de ruedas, asustados, nerviosos en la soledad de una estación subterránea. Tocamos al interfono y nos contestan diciendo que ellos no pueden hacer nada. Con el teléfono móvil llamamos a la Policía Local. Una hora más tarde, más o menos, llegaron unos guardias de seguridad, que se portaron muy bien con nosotros. Los jóvenes intentaron subirnos, pero yo tengo una silla eléctrica que pesa más de 70 kilos a lo que hay que sumarle mi peso. Un gerente de Serveis Ferroviaris de Mallorca, SFM, se personó en la estación y después de pedirnos perdón nos dijo que nos daba un billete gratis y que nos fuésemos a la estación anterior para poder subir por el ascensor de la parada. Nosotros, nos montamos nuevamente en el tren y nos bajamos en la estación de Jacint Verdaguer. Al llegar a la estación y acudir al ascensor nos percatamos que tampoco funcionaba. En ese momento nos dio un ataque de ansiedad. Otra vez tirados en un andén de metro, menos mal que en esta ocasión los guardias de seguridad estaban con nosotros», concluye Gabriel.