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Manuel Escamilla, uno de los acusados por el robo en Son Banya, declaró en su día que se gastó su parte del botín en drogas y en clubs de alterne. Escamilla es uno de los procesados en el juicio y que, igual que Bruno Gálvez, la semana pasada se negó a prestar declaración ante el Tribunal de la Sección Segunda. Pero Escamilla sí que declaró el 18 de mayo de 2006 en Granada, ciudad donde fue localizado tras huir de Mallorca.

Durante su estancia en la Isla Escamilla solía dormir en una especie de garaje que hay muy cerca del poblado de Son Banya, donde la madrugada del 17 de abril de 2006 se perpetró el robo. En aquelos moentos se llegaron a reunir siete personas en una casa del poblado.

Poco después seis de ellas se desplazaron a Santa Ponça y, según reconocen todas, primero estuvieron en un gimnasio y después el autor material del robo, Bruno; su novia, Nicoleta, y Manuel Escamilla, se quedaron en la habitación de un hotel que les había alquilado el encargado del gimnasio. Escamilla se marchó y semanas después se entregó a la policía, en Granada.

En su declaración ante el juez dijo que se fue de la habitación del hotel porque no había «un buen rollo» con la novia de Bruno. Reconoce que se marchó mientras la pareja dormía, y que de dentro de una mochila que había «una gran cantidad de dinero» cogió 40 mil euros. Añade que de esta cantidad le dió varios miles de euros al responsable del gimnasio, y que después él, con el coche del citado se marchó hacia Campos, en busca de una amiga. Durmió dentro del coche, al día siguiente tuvo un accidente de tráfico, y después de pernoctar en un hostal de Palma, el sábado se marchó a Barcelona por vía marítima.

De la Ciudad Condal se desplazó a Granada en distintos autobuses, y Escamilla declara que le quedaban unos 30 mil euros.
El hombre dice que se lo gastó todo en el trayecto «puesto que compré drogas, pernocté en diferentes clubs de alterne y también me compré algo de ropa».