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JAVIER JIMÉNEZ «Ha sido una muerte totalmente gratuita. Él iba caminando por la acera, tranquilamente, y tuvo que cruzarse con aquellos dos delincuentes. Tenía toda la vida por delante y era una bellísima persona, es una injusticia que ocurran cosas así». A las doce del mediodía el bullicio habitual en el campo de fútbol del Miquel Nadal, junto al cementetio de Palma, no es como otros domingos. La muerte de Guille pesa en el ambiente, los rostros están tristes y hay muchas gafas de sol para ocultar ojos llorosos.

Tolo Pizà, presidente del Sporting, insiste en que el menor «era muy querido por todos», y Asun, la presidenta del club, recuerda que Guille entró en el equipo en 2005, cuando todavía era el Ramón Llull: «Sus padres ya le habían comprado el coche porque hoy cumplía 18 años. Era un chaval estupendo, muy agradable y educado. Nunca daba problemas». Durante la charla con Ultima Hora la presidenta recibe una llamada telefónica del padre del fallecido y no puede evitar romper a llorar. Minutos después, ya más serena, añade: «sus padres están destrozados. Es terrible. Menos mal que son muy creyentes y la fé les ayudará en estos momentos tan duros». Gabi y Chari, otros de sus amigos del club de fútbol, siguen igualmente conmocionados por la muerte del interior izquierdo: «Aún no nos lo creemos».

Los compañeros del instituto donde cursaba estudios el fallecido también están preparando un homenaje a Guille. Hoy lunes, la vuelta a las aulas será muy dura para los alumnos de último curso, los que compartían la clase con el furbolista del Sporting Ciutat de Palma.