La víctima, Katherina Bücher.Cabizbajo y lleno de achaques. Rudolf Erberhard Messerer compareció tembloroso y cansado ante el Tribunal. El acusado tiene 74 años de edad, pero su estado de salud tras tres años de prisión preventiva se ha visto muy perjudicado. Así, sus respuestas fueron dubitativas y durante toda la declaración tendió a dispersarse, pese a los esfuerzos de la intérprete. En un momento dado de su largo interrogatorio que se prolongó durante la mañana y la tarde de ayer, Messerer presentó un

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Rudolf Messerer insiste en que mató por accidente a su esposa, Katherina Büchler mientras limpiaba su arma en Cala Murada. Un jurado comenzó ayer a juzgar en Palma al ciudadano alemán acusado de asesinato. El 27 de junio de 2006 disparó contra su compañera en su domicilio familiar. En un primer momento comentó a la policía que un ladrón había entrado en su vivienda y matado a la mujer. Posteriormente la policía encontró en un rodapié de la cocina el arma del crimen escondida. Entonces, Messerer declaró que se produjo un disparo fortuito mientras limpiaba el arma.

En su declaración de ayer, el acusado ratificó esta versión. Messerer, de 74 años, se encuentra en mal estado de salud y se expresó con tremenda dificultad a las preguntas de las partes, siempre con ayuda de una intérprete de alemán. Afirma que una tarde, sin motivo aparente, decidió limpiar la carabina, que reconoce que introdujo de forma ilícita en España. Primero sacó la munición y desmontó el arma y, tras limpiarla volvió a montarla y a cargarla. Entonces olvidó poner el seguro y se puso a eliminar unos restos de grasa de la culata. Su mujer entraba en ese momento en la cocina para poner una colada. El acusado sostenía el arma a la altura de su cadera y, accidentalmente accionó el gatillo, según su versión. El disparo impactó en el tórax de la víctima, que falleció de forma inmediata. Messerer afirma que se asustó tras el disparo, movió el cadáver, limpió la sangre y escondió el arma en un lugar que utilizaban habitualmente como «caja fuerte».

La hija de la fallecida certificó en el juicio que el acusado temía ser abandonado por la víctima y que tenía frecuentes celos de otros hombres. Esas discusiones «se habían acentuado en los últimos tiempos», aseguró. Además rememoró cómo les explicó el presunto asalto de un ladrón, «de forma muy teatral, al momento lloraba y luego estaba dando saltos». Las acusaciones piden una condena de 20 años de prisión para el acusado por asesinato y otros dos años por posesión ilícita de armas. La defensa, por su parte pide que se limite la condena a un delito de homicidio imprudente penado por año y medio de prisión. El juicio continúa hoy con declaraciones de varios testigos y se prolongará hasta el miércoles.