Las nigerianas esperan a que los jóvenes turistas ingieran grandes cantidades de alcohol para poder actuar con mayor facilidad a la hora de perpetrar los robos.

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JULIO BASTIDA La prostitución nigeriana ha tomado el control de las principales zonas turísticas de Calvià. Al tocar el jueves, y hasta el domingo por la noche, un centenar de mujeres de color que ejercen la prostitución se lanzan a las calle. La indignación de los vecinos y comerciantes es total, pero las armas legales con las que cuentan los cuerpos de seguridad son insuficientes.


Punta Ballena, Torre Nova, Galeón, la avenida de Magaluf, diferentes aparcamientos de las zonas de ocio y las esquinas de las principales discotecas, son los refugios perfectos para ofertar sus servicios y perpetrar sus actos delictivos.

Las prostitutas son especialistas en captar la atención de los turistas de la zona, engatusarles y conducirlos hasta algún callejón oscuro. Una vez allí, entre varias de ellas, le propinan una paliza y le roban todo el dinero que lleva encima.

En la madrugada de ayer, un joven turista británico de 21 años de edad, se convirtió en el triste protagonista de un nuevo caso de robo con violencia extrema perpetrado por estas mujeres.

Eran aproximadamente las 03:30 horas, cuando un grupo de nigerianas condujeron al joven hasta la puerta trasera de entrada del personal del complejo Magaluf Park; una vez allí, por causas que se desconocen, pero que están siendo investigadas, el turista apareció tendido en el suelo, con la cara toda ensangrentada, la mandíbula fracturada, la ropa interior bajada y sin la cartera.

Agentes de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Palmanova se han hecho cargo de la investigación con la finalidad de esclarecer los hechos.
Los vecinos y comerciantes no dan crédito a las situaciones con las que tienen que convivir a diario.
Un conocido empresario de la zona relata: «Antes teníamos prostitutas, pero las de ahora son extremadamente peligrosas. Son nigerianas, van en grupo y si no consiguen su objetivo utilizan la fuerza. Hemos visto, en infinidad de ocasiones, agresiones de una brutalidad extrema. La Policía Local y la Guardia Civil hacen lo que pueden, pero el problema es que las armas legales con las que trabajan son muy limitadas», concluye.

Los taxistas lo tienen muy claro: «Nosotros las llevamos muchas veces de regreso a Palma y nos asustamos de las grandes cantidades de dinero que manejan. Estamos hablando que en una sola noche pueden conseguir con los robos y servicios unos 1.000 euros».

Uno de los puntos predilectos de las prostitutas son los cajeros automáticos. Cuando los turistas sacan dinero, las mujeres, en grupo, les rodean y empieza la ley de la jungla.