TW
0

Ocho puñaladas en defensa propia. El autor de la muerte de un ciudadano británico hace un año en Magaluf afirma que se defendió cuando la víctima le había agarrado por el cuello de la camisa. Según declaró, pudo coger un cuchillo de una mesa y, a bulto, propinó ocho puñaladas, con resultado mortal en enero de 2008.

Ayer comenzó ante un jurado popular el juicio por la muerte de Daniel Hastelow. En el banquillo de los acusados se sientan Richard Henry Roberts y Anthony Griffiths, ambos de Liverpool. El fiscal, Miguel Àngel Anadón, solicita una condena de 21 años de cárcel a cada uno de ellos por un delito de asesinato y otro de allanamiento de morada. La defensa de Richard Henry pide que se consideren los hechos un homicidio en defensa propia y una condena de siete años de cárcel para su defendido. Por su parte, el abogado de Paul Anthony solicita la libre absolución.

La acusación y las defensas coinciden en que la noche de los hechos y la anterior, la víctima tuvo dos peleas con Richard Henry Roberts. Ambas se produjeron en un local de Magaluf donde el acusado tomaba una copa y en ellas, el fallecido llegó a amenazar de muerte a su compatriota. Según los dos acusados, el fallecido era portero de discotecas y solía involucrarse en peleas: «Era un abusón, le gustaba pegar a gente», señaló uno de los acusados.

La Policía Local de Calvià intervino tras la segunda pelea. Los dos acusados, de 36 y 20 años de edad, tomaron varias cervezas más y el golpeado por Daniel Hastelow, tomó también un tranquilizante. A partir de aquí comienzan las discrepancias entre acusación y defensa. Según la fiscalía, tras la segunda de las peleas, los acusados tramaron el asesinato. A las tres de la madrugada, tiraron abajo la puerta de la casa en la que se encontraba Hastelow. El menor de los dos asaltantes le golpeó con un bate en la cabeza y su compañero le asestó ocho puñaladas. Después, huyeron, tiraron en el mar las armas y se dirigieron al aeropuerto para volar a Gran Bretaña. En su declaración, los acusados sostienen que fueron a la vivienda para comprar drogas y que no sabían que Hastelow estaba allí. Cuando llegaron y los ocupantes les abrieron la puerta, la víctima se abalanzó sobre él para golpear a Henry Roberts, «me hubiera matado de dos puñetazos», declaró éste. En ese momento, el acusado cogió el cuchillo de una mesa y se lo clavó en ocho ocasiones, presa del pánico. Después, conmocionado fue a la playa y tiró las armas sin darse cuenta de lo que hacía. También reconoció que se deshizo de su pantalón, ya que se había defecado por miedo. El otro acusado, Paul Griffiths incurrió en varias contradicciones en su declaración y ratificó la declaración de su compañero, dejando claro que él había permanecido en la puerta en todo momento. Ayer también declararon los dos testigos directos que respaldaron las tesis de la acusación.