El médicos, durante el juicio. | Alejandro Sepúlveda

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El ministerio fiscal ha pedido una pena de 77 años y cuatro meses de prisión para Javier P. O., el médico otorrinolaringólogo que hoy ha reconocido ante la jueza del juzgado penal número 3 de Palma haber tocado de forma libidinosa a 31 pacientes y haber grabado a 27 de ellas en vídeo mientras lo hacía.

El juicio, celebrado hoy, ha quedado visto para sentencia después de que 30 de las 31 víctimas hayan llegado a un acuerdo de conformidad con la defensa del médico por el cual éste se compromete a abonar una indemnización de 3.000 euros a cada una de ellas -algunas de las cuales ya los han recibido-.

La única víctima que no ha aceptado la conformidad solicita una indemnización por responsabilidad civil conjunta y solidaria más alta (30.000 euros) por daños morales.

Javier Pérez Obón, el otorrino acusado de 58 delitos sexuales contra 31 pacientes reconoció ayer todos y cada uno de los hechos y pidió perdón a las víctimas por lo ocurrido, algo que achaca a una «enfermedad». Sea de esta manera o no, el médico aceptó una condena de cárcel de un año y cuatro meses por cada uno de los delitos. De esta manera, el cómputo total asciende hasta los 77 años y cuatro meses. Sin embargo, a la hora de contabilizar qué tiempo estará Pérez Obón en prisión se aplica la norma legal del 'triple de la mayor': el reo cumple tres veces la pena más alta a la que haya sido condenado por un único delito. En este caso serán cuatro años los que cumpla de forma íntegra. ¿Qué importancia tiene entonces una pena tan elevada? Esos años serán sobre los que se le calcule cualquier posible beneficio penitenciario y sí son los que estará inhabilitado para ejercer la medicina, tanto en centros públicos como privados.
El acuerdo entre la Fiscalía, las acusaciones particulares y la defensa del otorrino, a cargo del letrado Pedro Cerdà llegó en el último momento. El ministerio público reconoció al acusado el atenuante de reparación del daño, puesto que había aportado dinero para indemnizar a las víctimas. De esta manera, las acusaciones pasaron de pedir dos años de cárcel por cada delito contra la intimidad y de abusos sexuales a solicitar un año y cuatro meses. Al acuerdo sobre las indemnizaciones se adhirieron todas las víctimas menos una. De esta manera, las pacientes recibirán 3.000 euros. El médico tampoco se podrá acercar a ninguna de ellas durante seis años.
Al no conformarse una de las víctimas se celebró el juicio para debatir sólo la esta indemnización. La joven declaró cómo actuó con ella el otorrino: «Me dijo que las pruebas solo se hacían en ropa interior y que me tenía que poner unos electrodos. Me colocó unas gafas oscuras y me empezó a poner cosas en el cuerpo. Sentía unos pinchazos muy fuertes. Luego me cogió las piernas y me las subía. Por último me empezó a pinchar en el pecho. Según me contó mi novio estuve dentro dos horas». La testigo señaló que el médico le dijo que tenía que volver para someterse otra vez al mismo tratamiento, dado que había que descartar un posible tumor en la cabeza. La paciente se negó a regresar a la consulta.
Gafas oscuras
La forma de actuar del médico fue igual en ésta que en el resto de las ocasiones. Las víctimas iban a realizarse pruebas sobre vértigos o mareos. Él les pedía que se quitasen la ropa y les impedía la visión con unas gafas oscuras. Entonces era cuando empezaba a tomar fotos y a grabarlas en vídeo. Para encubrir su comportamiento, les colocaba trozos de esparadrapo y les pinchaba, de forma que escenificaba un tratamiento falso.
En total fueron 31 las mujeres que sufrieron los abusos del otorrino entre los años 2004 y 2008, hasta que una de las pacientes, que entonces tenía 16 años alertó del extraño comportamiento del facultativo. Fue entonces cuando el resto de mujeres supieron lo que había ocurrido. El Cuerpo Nacional de Policía descubrió las imágenes y se puso en contacto con las pacientes que habían sido tratadas por Pérez Obón.
La joven que declaró ayer en el juicio señaló cómo después de esa revelación tuvo que asistir a un tratamiento psicológico. De hecho, según relató su novio en el juicio, tras lo ocurrido la víctima ha tenido secuelas que le han imposibilitado continuar con sus estudios