Fotografía de archivo de Jose Bretón. | Efe

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La Fiscalía Provincial de Córdoba solicita penas por un total de 40 años de prisión para José Bretón, concretamente por la supuesta comisión de dos delitos de asesinato, con la agravante de parentesco, tras supuestamente asesinar en la tarde del 8 de octubre de 2011 a sus dos hijos, Ruth y José, en la finca familiar de Las Quemadillas, en la capital cordobesa.

Así se recoge en la calificación del Ministerio Público, a la que ha tenido acceso Europa Press, y en la que el fiscal también acusa a Bretón de cometer una simulación de delito, por la que le pide 3.600 euros de multa, tras denunciar la supuesta desaparición de sus hijos en el Parque Cruz Conde el día de autos.

Igualmente, el fiscal reclama al padre de los pequeños, interno en el Centro Penitenciario de Alcolea, en Córdoba, desde el 21 de octubre de 2011 por estos hechos, el pago de una indemnización de 600.000 euros para su exmujer, Ruth Ortiz, al tiempo que cifra en unos 165.400 euros los costes de la investigación, concretamente pide indemnizar con 137.335 euros al Ministerio del Interior por la investigación policial; con unos 5.500 euros, a la empresa del georadar que rastreó la finca y unos 22.560 euros para el Ayuntamiento de Córdoba, si es que reclama el coste del servicio prestado.

Por otra parte, solicita una orden de alejamiento de su exmujer, de la abuela materna de los niños y del hermano de Ruth durante 42 años y pide que se ordene, «sea cual sea la evolución del condenado», que no le concedan el tercer grado hasta el cumplimiento de al menos la mitad de la pena impuesta por los dos delitos de asesinato. Además, de cara al juicio con jurado, el fiscal pide que la caja con los restos óseos examinados en el caso «permanezca cerrada en la sala, mientras no se solicite su exhibición que deberá realizarse a puerta cerrada».

LOS HECHOS EN LOS QUE «IDEÓ DAR MUERTE» A SUS HIJOS

En concreto, el fiscal relata que, tras contraer matrimonio Ruth y José en diciembre de 2002, «la convivencia de la pareja se fue deteriorando» después del nacimiento del pequeño José, hasta que en agosto del año 2011, «Ruth le manifestó a su marido que pensaba renovar su contrato de trabajo y, por tanto, no se iría a Córdoba con él, como era el deseo del acusado». Posteriormente, le anunció que «no era feliz con él» y le comunicó su decisión de separarse y mantener la custodia de sus hijos.

A partir de ahí, «la convivencia se rompió» y el acusado se marchó a vivir a Córdoba, a la casa de sus padres, y aunque ambos acordaron el régimen de visitas, Bretón «siempre que coincidía con familiares de Ruth y amigos de la pareja» manifestaba «su enfado» por la separación y el comportamiento de Ruth. Por estas circunstancias, el acusado «ideó dar muerte a sus hijos, decidiendo que el lugar más adecuado sería la finca familiar» en Córdoba y «la fecha del fallecimiento sería el 8 de octubre de 2011».

De este modo, a fin de elaborar su plan y de «garantizar su perfecta ejecución», desde el 15 de septiembre hasta el 7 de octubre de 2011, el acusado «permaneció durante un número indeterminado de noches» en la casa de la finca, «haciendo acopio de leña de olivo e ideando el mejor modo de cometer su acción"; adquirió gran cantidad de combustible; «con la excusa de la separación», acudió en septiembre de 2011 a la consulta de un psiquiatra para «conseguir que le recetara tranquilizantes que le pudieran facilitar la muerte de los niños», y se negó a realizar un cambio de fin de semana de la visita del 7 al 9 de octubre por la del 14 al 16 de octubre cuando se lo propuso Ruth.

VERIFICA LA EXCUSA DE LA DESAPARICIÓN CON SUS SOBRINOS

Una vez que lo tuvo todo preparado, según el fiscal, Bretón quiso comprobar la reacción que podía tener un menor en el caso de perderse y, por ello, «aprovechando que el día 5 de octubre llevó a sus sobrinos al colegio los dejó solos durante un breve periodo de tiempo pero los vigiló de cerca, con el fin de verificar la efectividad de la excusa que iba a utilizar tras la muerte de los pequeños escasos días después».

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Así, dando inicio a «su propósito criminal», el 7 de octubre, tras adquirir los últimos litros de gasoil que «tenía pensado utilizar para hacer desaparecer los cadáveres de sus hijos», mantuvo una conversación en Huelva con Ruth y le entregó una carta y un ramo de flores en la que le exponía «su intención de cambiar y le pedía una oportunidad», solicitándole asimismo que le respondiera en el acto, y al negarse ésta debido a su estado psicológico, «le exigió que al menos le contestara al día siguiente».

De este modo, Bretón se marchó con sus hijos a Córdoba, donde les propuso a sus hermanos acudir al día siguiente, el 8 de octubre, a la Ciudad de los Niños, «con el fin de ir ya preparando la coartada que tenía pensado utilizar», a lo que se une «con la misma finalidad», que durante toda la semana le dijo a su madre que «ese sábado no iba a almorzar en casa porque había quedado con unos amigos, siendo totalmente falso».

EL 8 DE OCTUBRE

El día de autos, el 8 de octubre, Bretón dejó a sus hijos en el domicilio de su hermana sobre las 10,30 horas; posteriormente, cogió el coche de su hermana y acudió de nuevo a la finca «para comprobar si en la parcelación existía alguna actividad vecinal o cualquier otro imprevisto que pudiera frustrar sus planes delictivos». Durante esa mañana, también llamó por teléfono a Ruth en dos ocasiones, no consiguiendo comunicarse con ella.

Sobre las 11,30 horas, el acusado regresó a casa de su hermana y permaneció en ella hasta las 13,15 horas con sus hijos y sus sobrinos para después acudir a la casa de los abuelos, donde padre e hijos se detuvieron «escasamente cuatro minutos» y saliendo de la misma con su vehículo hacia la finca, «haciendo creer a su familia que iba a la cita con los amigos».

Durante el trayecto, según el fiscal, el acusado le suministró a sus pequeños «un número indeterminado de pastillas, que tenía preparadas para facilitar la muerte de los menores». Una vez que entró en la parcela, sobre las 13,46 horas, «instantes antes de acabar con la vida de sus hijos», el acusado telefoneó de nuevo a Ruth, pero «al no conseguir contactar con ella porque no quería hablar con él, continuó con sus designios criminales».

En los momentos siguientes, el acusado, «como ya tenía previsto y muy meditado con anterioridad», prevaliéndose de «la mayor fortaleza, confianza y autoridad» que ejercía sobre Ruth y José, «acabó con la vida de sus dos hijos de un modo que no ha podido quedar acreditado debido a que a continuación, prendió una hoguera que ya tenía preparada en un lugar nuevo de la finca, entre dos naranjos, y que no podía divisarse desde el exterior, avivándose rápidamente gracias al acopio de leña de olivo y de gasoil que estuvo realizando durante los días anteriores».

DESAPARICIÓN DE LOS CUERPOS CON TEMPERATURAS DE HASTA 1.200 GRADOS

Supuestamente, sobre la hoguera colocó los cuerpos de sus hijos, «instaló una mesa metálica» y realizó «un horno crematorio que alcanzó temperaturas de hasta 1.200 grados, con lo cual rápidamente desaparecieron las partes blandas de los menores y sólo han perdurado algunos huesos», teniendo en cuenta su edad.

Asimismo, el acusado, hasta el momento en el que se marchó de la finca, sobre las 17,30 horas, permaneció junto a la hoguera arrojando combustible a ésta para «conseguir que mantuviera la temperatura perfecta para hacer desaparecer los cuerpos de sus hijos».

Bretón, «una vez que se aseguró que los niños habían sido calcinados por el fuego», salió con su coche hacia la Ciudad de los Niños, donde acudieron su hermano, Rafael Bretón, y su cuñado, José Ortega, a quienes dijo que «había perdido a los niños"; llamó al 112 a la 18.41 horas, y denunció la desaparición a las 20.43 horas.