Antonio Ll., de 18 años de edad, entrando en el domicilio familiar custodiado por numerosos agentes del Cuerpo Nacional de Policía. | Julio Bastida

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«Nosotros no la hemos matado, no entiendo que hacemos aquí», decían entre llantos, una y otra vez, el marido y el hijo detenidos por la muerte de una mujer de 60 años de edad en un piso de Palma.

Antonio Ll. de 82 años de edad y Antonio Ll, su hijo de tan sólo 18 años son los principales acusados de la muerte de María Luisa Perún, una mujer que vivía, junto a su familia, en el número 23 de la calle Rosselló i Caçadors de Palma, justo enfrente del Banc de Sang de les Illes Balears.

Ayer, sobre las 10.50 horas de la mañana, una comitiva judicial y un gran número de agentes del Grupo de Homicidios y de la Unidad de la Policía Judicial del Cuerpo Nacional de Policía se personaban nuevamente en la vivienda, en compañía de los dos detenidos, para realizar una reconstrucción de los hechos.

Durante el registro, los agentes se incautaron de un diario propiedad de la fallecida en el que decía que sufría malostratos por parte de su hijo.

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Todo apunta que el arma del crimen son unas mancuernas de gimnasio de tres kilos que aparecieron con restos de sangre. Ahora serán analizadas junto a grifería y un cable. Cabe la posibilidad que antes de recibir el golpe la mujer fuese estrangulada.

Por su parte, Antonio Ll., de 82 años de edad, llegó a su domicilio esposado en un vehículo policial. Al detectar la presencia de los medios de comunicación se trató de cubrir el rostro con una chaqueta y se dirigió a los mismos diciendo: «Imbéciles, sois unos imbéciles», mientras era obligado a subir al octavo piso.

Su hijo, un joven de 18 años, a cara descubierta, accedió a la vivienda sin inmutarse. Si bien, en declaración a la policía afirmó que vio a su padre pegar a su madre. Una vez dentro, según fuentes próximas al caso, el joven no cesó de llorar y de afirmar que: «Soy inocente, yo no he hecho nada. ¿Por qué me tenéis aquí?».

Por su parte, el esposo se mostró muy distante y mucho más frío. Negó en todo momento la autoría del crimen, pero no supo dar ninguna explicación coherente sobre lo que sucedió en la casa y del fallecimiento de su esposa.