El coronel y su esposa recibieron numerosos regalos de los invitados.

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«Para los que no lo sepan, paso a la reserva activa, no me jubilo. Es distinto. Es una situación militar». Con un nudo en la garganta, y con los ojos húmedos, Basilio Sánchez Rufo todavía tuvo sentido del humor. El coronel jefe de la Guardia Civil se despidió ayer de la sociedad mallorquina en un multitudinario acto celebrado en el Molí des Comte, en Establiments.
Los invitados fueron llegando a las dos de la tarde y en total sumaron más de 200 amigos de Sánchez Rufo y su familia, que los recibieron emocionados. La delegada del Gobierno, Teresa Palmer; la presidenta del Parlament, Margalida Durán; la consellera Nuria Riera; el presidente del TSJB, Antoni Terrassa; el fiscal superior, Tomeu Barceló; el jefe superior de Policía, Antonio Jarabo y el concejal de la Policía Local de Palma, Guillermo Navarro, entre otros, acudieron a la despedida del coronel.

Sánchez Rufo pronunció un emotivo discurso en el que recordó su llegada a la Isla, años atrás, y sus experiencias isleñas, que definió como «maravillosas». «La ‘Roqueta' nos ha enganchado, tanto a mi mujer como a mí. Y la gente de Mallorca, que nos ha acogido de una forma increíble, con cariño y mucho respeto. Ahora ha llegado el momento de volver a casa, nos vamos a Córdoba, que a partir de ahora será también vuestra casa», señaló.

Sobre la Guardia Civil de Balears, opinó que es un cuerpo «con mucha calidad», tanto humana como profesional, y también se refirió a los momentos duros vividos, como el último atentado de ETA en Palmanova, donde murieron dos guardias civiles: «Los hemos superado, pero no olvidado».

Al acto también acudió el hijo de Sánchez Rufo y Beatriz, el capitán Sánchez Portillo, que es uno de los oficiales más prometedores del cuerpo.