El acusado tenía alquilada una habitación en la misma vivienda que la víctima y su madre. A menudo cuidaba a la menor cuando su madre no podía ocuparse de ella y así, de forma reiterada, aprovechaba que se quedaba a solas con la niña para forzarla a distintas prácticas sexuales hasta que la menor relató lo que ocurría a su madre y ésta acudió a la policía para denunciar los hechos.
Ante el Supremo, el acusado esgrimía que no existía ninguna prueba que corroborara la versión de la menor. El Tribunal avala la primera condena de la Sección Primera de la Audiencia y concluye que la declaración de la niña fue persistente y que tiene peso suficiente para que se consideren demostrados los hechos. También la defensa del acusado criticaba los informes periciales que avalaban la declaración de la víctima y negaba que hubiera existido penetración.
1 comentario
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desgraciadamente hay muchos hombres por llamarles de alguna forma que no merecen ni estar entre seres humanos la mayoría son unos fracasados en su vida que se aprovechan de los mas dediles porque para tratar con personas responsables y equilibradas no sirven