Alejandro de Abarca asume la condena de 33 años por el asesinato y secuestro de Ana Niculai

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Durante la vista, la defensa planteó varias alternativas a la pena por asesinato, entre ellas que el acusado estaba muy afectado por el consumo de drogas y alcohol el día de los hechos, el 19 de julio de 2010. Ninguno de estos argumentos fueron aceptados por los miembros del jurado que declararon probado que esa mañana el acusado secuestró a la joven, la introdujo en el coche de ella y, durante todo el día hizo varios viajes entre Palma y Muro. A las ocho de la tarde, cuando la víctima estaba dentro del maletero del vehículo semi inconsciente, incendió el coche y provocó así la muerte de la joven.

El plazo para presentar recursos contra la sentencia del tribunal del Jurado terminó durante las fiestas. Al no haber ninguno la sentencia pasa a ser firme. Ésta era una condición que esperaba la familia de Ana Niculai para emprender nuevas acciones, en este caso contra el Estado. El día que cometió el crimen, Abarca no había regresado al centro penitenciario en el que se encontraba cumpliendo varias condenas previas en tercer grado. La representación legal de la familia de la víctima considera existió una la tardanza o falta de coordinación desde que se detectó que Abarca faltaba hasta que lo supieron las fuerzas de seguridad. Durante ese tiempo Ana Niculai estaba aún con vida secuestrada en el vehículo. De ahí se podría derivar algún tipo de responsabilidad de los ministerios de Interior y de Justicia contra los que se dirigirá una reclamación por la vía administrativa. Además, el condenado pudo disfrutar de ese fin de semana en libertad a pesar de que, en su anterior salida, había sido detenido por un robo con fuerza en una casa por el que ha sido condenado ya. Además, las acusaciones plantearon en el juicio a los expertos forenses si era razonable permitir salidas a un recluso con un perfil como el de Abarca.