Miguel Ángel Guillén y Antonia Martínez, en el banquillo de los acusados. Arriba a la derecha, la pequeña Ainhoa. | Alejandro Sepúlveda

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La muerte de la niña de ocho años Ainhoa en el Coll d’en Rebassa termina con un acuerdo que deja la condena para sus homicidas en penas de diez y doce años y medio de prisión. La madre de la menor, Antonia Martínez y su novio, Miguel Ángel Guillén aceptan que molieron a golpes a la niña, que cuando estaba semiinconsciente con el cráneo partido de lado a lado la ducharon y la acostaron. La pareja no avisó a ningún médico hasta doce horas después.

Gracias al acuerdo los dos acusados sólo responden por un delito de homicidio y obtienen una rebaja en la petición de pena que formulaba la Fiscalía. Al hombre, el fiscal Jaime Guasp le exonera de un delito de intento de agresión sexual y a ambos les retira otro de maltrato por golpear a la víctima durante varios fines de semana que precedieron al crimen.

El juicio se limitó a una única pregunta a los acusados por parte del fiscal: «¿Usted causó la muerte de su hija Ainhoa?» Antonia respondió con un monosílabo «sí». Su novio intentó matizar su participación: «Involuntariamente lo hice».

Así, el jurado consideró probado que en la madrugada del 19 de junio de 2011 los dos acusados golpearon a la menor. Ainhoa tenía señales de la paliza prácticamente por todo su cuerpo. Los golpes más fuertes los recibió en la cabeza. Como consecuencia de una fractura de cráneo la menor quedó semiinconsciente. Doce horas más tarde recibió atención médica, sólo cuando la niña casi ya no podía respirar. Al día siguiente falleció en el hospital de Son Espases.

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Tres versiones

Con la de ayer han sido tres las versiones que ha dado Antonia Martínez de la muerte de su hija. Tras los hechos los dos acusados dijeron que la niña se había golpeado de forma accidental. Un mes después cambió de versión y acusó a su pareja de forma exclusiva. Ahora termina por aceptar su participación en los hechos. Su condena es dos años y medio más alta que la de su pareja porque a ella, como madre biológica de la niña se le aplica un agravante de parentesco.

Además de la pena de cárcel, los dos acusados tendrán que indemnizar con medio millón de euros al padre biológico de la niña, a pesar de que éste no tenía relación con ella desde seis años antes de que falleciera. Los dos abuelos maternos de la niña con quien ella vivía de forma habitual en el Port d’Andratx renunciaron a cualquier indemnización.

Por la tarde el jurado emitió un veredicto que se ciñió a lo que habían acordado las partes. Los dos acusados llevan en prisión desde el día de la muerte de la menor.