«Quien lo hizo está en la calle y yo y la familia de Francisco, aquí sufriendo». Verónica de Dios cerró el juicio con una nueva reivindicación de su inocencia.
La acusada de matar a su novio en los edificios Pullman en agosto de 2011 usó su turno de última palabra para afirmar que está superada por la situación: «Me caí en un pozo sin fondo porque me arrebataron lo que más quería y además me acusan. Le hecho mucho de menos».
Expresiones similares aparecieron antes en el juicio, al reproducirse las conversaciones telefónicas que la policía interceptó de la acusada tras su primera detención. «Dios mío, que pase ya». En esas conversaciones no hay ningún indicio de su participación en el crimen, algo que la defensa interpreta como una señal de su inocencia. La Fiscalía ve otra explicación: la acusada intuía que le habían pinchado el teléfono y era cauta.
El jurado comenzó a deliberar a mediodía de este miércoles.
En la última sesión de la vista, la fiscal insistió en su petición de quince años de cárcel para la acusada. Sostiene que no hay dudas de que fue la autora del crimen.
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