Rosario Porto, sentada junto a su abogado, ha permanecido toda la sesión cabizbaja, llorosa, afectada y compungida. Vestida completamente de negro, la madre de Asunta ha dispuesto sobre la mesa unas gafas de ver y un paquete de pañuelos de papel que ha tenido que utilizar en varias ocasiones al romper a llorar.
La madre de Asunta ha permanecido muy afectada durante las casi seis horas que ha durado la sesión inicial y ha dejado ver abundantes gestos de dolor al oír hablar de su hija, los detalles de su muerte y el supuesto plan que orquestó junto a su exmarido para matarla. Diciendo que 'no' con la cabeza o con los ojos cerrados, la acusada ha hablado en varias ocasiones con su letrado, que le ha recomendado que se tranquilizase.
Por momentos, Porto ha mirado también al jurado popular y al público presente y se ha quedado pensativa y con la mirada perdida mientras intervenían las partes.
Alfonso, reflexivo
En una actitud muy diferente ha iniciado la sesión su exmarido, Alfonso Basterra. Vestido con un jersey azul, vaqueros y zapatillas deportivas, el acusado ha pasado más de la mitad de la sesión en actitud reflexiva, relajada y fría.
No obstante, a medida que iban avanzando las intervenciones, el padre de Asunta ha negado enérgicamente con la cabeza al oír las acusaciones que se le imputan y ha mirado reiteradamente hacia el techo y el suelo de la sala.
Recostado en la silla, de brazos cruzados e incluso con las manos en los bolsillos, Basterra ha ido incrementando su tensión a lo largo de la jornada y sólo se ha mostrado emotivo y afectado durante la intervención de su abogada, en la que hizo hincapié su sufrimiento como padre de la víctima, cuando llegó a secarse las lágrimas.
Máxima expectación
La expectación por observar la reacción de ambos acusados en la sala era máxima y el público agotó los puestos para asistir de forma presencia a la audiencia pública.
La primera vista en abierto de este juicio, que coincidía además con el día en el que Asunta Basterra hubiera cumplido 15 años, comenzó sobre las 9.45 horas y se extendió hasta pasadas las 15.30 horas, aunque se acordaron dos recesos de en torno a media hora.
La posición de las partes -con Basterra y su abogada sentados detrás de Porto y su letrado- impidieron que los acusados, que llegaron en el mismo furgón a los juzgados desde la cárcel de Teixeiro, intercambiasen miradas o gestos durante la sesión.
Sin embargo, Alfonso Basterra y Rosario Porto tampoco hablaron durante los recesos, en los que permanecieron dentro de la sala, a escasos metros, debatiendo con sus abogados pero sin interactuar entre ellos.
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