Agentes de la Policía Judicial de la Guardia Civil junto a la ambulancia que atendió al menor. | Alejandro Sepúlveda

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La investigación policial sobre la muerte de Osvaldo, el menor fallecido al arder su celda de Es Pinaret, se centra en saber por qué no funcionó en sensor de incendios que había en el cuarto de aislamiento. La Policía Judicial de Llucmajor trabaja para dirimir si se trató de un saboteo anterior de otros internos o si fue un fallo en el sistema. La familia se ha personado en la causa.

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A medida que avanzan los días se van conociendo nuevos detalles y se evidencian nuevos fallos en los sistemas de seguridad del centro de menores, que depende del Govern Balear. El martes, Osvaldo fue recluido en la celda de aislamiento y poco antes de las tres de la tarde pegó fuego al colchón con unas cerillas que había conseguido entrar en el centro.

A partir de ese momento, se encadenan cinco irregularidades seguidas. La primera es que los monitores no le detectan las cerillas. La segunda, que el material e la habitación de castigo no es ignífugo, como es obligatorio. En tercer lugar el sensor detector de humos del cuarto no funcionó. La cuarta irregularidad es que los trabajadores de guardia tardaron bastante tiempo en detectar el humo, y fueron los gritos de otros internos los que les alertaron. Por último, a los primeros policías y guardias civiles que llegaron a Es Pinaret para ayudar les prohibieron la entrada porque llevaban armas. Esos agentes portaban Oxidoc y desfibriladores, que podrían haber sido de gran ayuda en las tareas de reanimación.