Rafa (a la derecha) con una representación de los vigilantes denunciantes en el puente de sa Riera. | Julio Bastida

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Cansado de soportar coacciones, vejaciones y trato humillante por parte de sus compañeros de trabajo Rafa C.B., vigilante de seguridad del reformatorio Es Pinaret, ha decidido iniciar una huelga de hambre.

«Mi pesadilla comenzó hace unos dos años cuando denuncié que una educadora mantenía una relación sexual con un menor. A partir de ese momento los dos responsables de servicio iniciaron una campaña de acoso y derribo contra mi persona», afirma el vigilante.

«Tengo que decir que, en la actualidad, la educadora y el interno -que ahora ya es mayor de edad- viven juntos. Allí no puedes discutir nada a la dirección del centro o a los supervisores, ellos son los brazos opresores y te hacen la vida imposible», destaca Rafa, visiblemente afectado.

Estos hechos han sido puestos en conocimiento de la directora general de Menores del Govern balear sin recibir respuesta alguna. Abusos sexuales, fugas de menores, agresiones a vigilantes, incendios con resultado de muerte, son algunas de los escándalos que salpican al centro de menores de Es Pinaret en los últimos años.