Maria José, madre biológica de Joan, entra en el cuartel de la Guardia Civil de Valencia, donde le han entregado al niño, de cuatro años. | Miguel

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María José Abeng, la madre biológica del niño de cuatro años que este lunes le fue entregado por orden judicial por la familia valenciana que lo tenía acogido desde hace dos años y medio, afirma que el pequeño se encuentra «bien» y «tranquilo» y pide «respeto» para ambos y que se les deje disfrutar de lo que hasta ahora se les ha negado.

«Soy española, aunque mi piel sea negra», afirma la mujer, nacida en Guinea y residente en España desde los dos años, en una carta que ha publicado a través del perfil en una red social de la abogada que llevó su caso y consiguió una sentencia favorable de la Audiencia Provincial de Asturias, que ha sido recurrida ante el Supremo.

Abeng, de 19 años, relata en su misiva su historia desde que a los once años tuvo la «maravillosa» idea de acudir a la Guardia Civil creyéndose «europea» y «la reina del mundo» ante la negativa de su madre a que tuviera un comportamiento similar al de las niñas de su edad.

La intervención de los servicios sociales del Principado determinó su ingreso en un centro de acogida al ser declarada en desamparo donde se quedó embarazada a los catorce años «de una persona que ni era príncipe, ni era azul, todo lo contrario», circunstancia que fue advertida por su madre durante una visita de fin de semana a los siete meses de gestación.

«Qué curioso que los servicios sociales que querían protegerme de mi propia madre no pudieran protegerme ellos de un embarazo y ni siquiera se dieran cuenta de que una vida crecía dentro de mí», añade a la vez que relata que en aquel momento se le notificó «muy cordialmente» que el niño iba a ser dado en adopción.

La joven decidió entonces huir de España ayudada por un familiar y trasladarse a Guinea durante un mes y medio aunque optó por regresar -«ojalá nunca hubiera vuelto»- asesorada por un abogado ante el riesgo de que le causase problemas a su madre.

Tras dar a luz sin que, afirma, se le permitiera ver a su hijo, regresó al centro de acogida mientras el bebé fue trasladado a otro donde pudo verlo inicialmente una vez a la semana y luego una hora al mes hasta que a los nueve meses se suspendieron las visitas.

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Abeng alude además a una notificación de la jefa de sección de Centros de Menores del Principado en la que ésta admite que hay un conflicto de intereses entre el derecho del niño a tener unos padres y a no crecer en un centro y el suyo como madre a tener relación con él, aunque le recomendó no recurrir el acogimiento preadoptivo del menor dado que lo mejor es que cuente con unos progenitores «que le puedan dar todo lo que tú querrías, pero no estás en condiciones».

Después de que la Audiencia de Oviedo resolviese a su favor, la mujer señala que en agosto acudió a Sueca (Valencia) para recuperar a su hijo sin que los padres adoptivos se presentaran a realizar el proceso de adaptación y que la Guardia Civil tardó un mes en localizarlos para concertar otra cita a la que tampoco acudieron hasta el último día tras ser advertidos de que podían ser detenidos.

«¿Y ahora vienen ustedes a hacer todo este circo mediático en el cuartel de la Guardia Civil, con ambulancia, manifestación, mentiras, calumnias y difamaciones cuando yo podía haber instado su detención, negándome a ello por entender su propio dolor?», añade.

Desmentido

En contra de las afirmaciones realizadas este lunes por el abogado de la familia adoptiva, Abeng asegura que ni es alcohólica ni drogadicta ni ha sido maltratada «jamás» por su pareja y lamenta haber sido seguida por la Policía hasta el centro donde estudia y que sus vecinos fueran interrogados sobre un posible maltrato.

La madre biológica emplaza a los padres adoptivos a no volcar en ella su «rabia, tristeza e impotencia» dado que no fue ella quien los dio en acogida sino que se lo «arrebataron» y que sólo es «una madre que ama por encima de todo a su hijo» y que no ha dejado de luchar por él «desde el mismo momento en que supe que me lo querían arrebatar».

«Sólo soy una chica española de origen guineano que ya no quiere ser europea y que lo único que desea es estar feliz con su hijo. Hijo que tiene una familia, unos abuelos, unos tíos, unos primos y, ante todo, una madre. Y mi hijo no se llama Joan (en valenciano) ni Xuanín (en asturiano). Se llama Juan Francisco», concluye.