Joana Salas, arriba, contempla desde el balcón a los voluntarios | Redacción

TW
3

Dicen los expertos que un torrente de adrenalina segregado en momentos de pánico provoca que, en condiciones extremas y únicas, los humanos lleguen a experimentar la fuerza de los superhéroes. Este viernes, al fondo de sa Central de Sant Llorenç, arropadas por amigos, familiares y centenares de voluntarios encontramos a las hermanas Úrsula y Joana Santandreu.

La noche del martes, prácticamente a pulso, consiguieron vencer la fuerza del agua y arrastrar hasta el primer piso a su madre, Joana Salas, de 96 años de edad, que había quedado atrapada en la salita con el agua al cuello. Las tres están en perfecto estado físico; otra cosa es la factura anímica, que será más difícil de superar.

La señora Joana contemplaba ayer desde el balcón del primer piso, ya completamente a salvo, la marea de voluntarios que durante toda la jornada se afanaba por devolver el pueblo a la normalidad.

Joana Santandreu

«Mi madre tiene miedo a los relámpagos y cuando comenzó a llover quiso bajar a la salita y desenchufar la televisión. Cuando empezó a entrar agua hicimos lo imposible por contenerla, pero aquello se convirtió en un mar. Mi madre gritaba, pero no podíamos entrar en la habitación donde quedó. Estábamos las tres en la misma casa y éramos incapaces de llegar unas hasta las otras. Todo fue un caos; no sé de dónde saqué la fuerza pero conseguí entrar como pude, la agarré y tiré de ella, la arrastré por el agua hasta llegar al primer escalón. No sé cómo pudimos salir, mi hermana tiraba desde arriba», explica Joana Santandreu.

Noticias relacionadas

La familia, como otras muchas en Sant Llorenç, rompe su silencio para agradecer a los centenares de voluntarios y profesionales que trabajan para ayudarles a recuperar la normalidad y para solidarizarse con aquellas familias que han perdido a uno de los suyos.

RAfel Gili y Bartomeu Gili, concejales en el Ajuntament de Artà

El regidor de Artà Bartomeu Gili, que perdió a su padre en la tragedia, lanzó ayer un mensaje de agradecimiento a través de las redes sociales y en memoria de su padre y exalcalde Rafael Gili Cirera. «No soy demasiado patidario de mostrar sentimientos personales en las redes, pero la situación que hemos vivido estos días me obliga a demostrar públicamente mi gratitud», dice. «He visto llorar a hombres como él, de aquellos que un tiempo atrás no estaba bien visto que lo hicieran», añade.

Su agradecimiento se resume en una frase: «Realmente me siento muy orgulloso de pertenecer a esta comunidad, de saber que cuando os necesito estáis y que sois muchos más de los que me pensaba».

Si el miércoles las víctimas necesitaban alzar la voz, ayer eran muchos los que rehuían cámaras y multitudes en busca de una normalidad que se torna imprescindible. Los voluntarios darán hoy paso ya a los especialistas.