Además, una persona se encuentra desaparecida, indicó el primer ministro, Édouard Philippe, que hizo una vista a Trèbes, la localidad más afectada, en la que cayeron 296 litros por metro cuadrado en unas pocas horas, equivalentes a cuatro meses de precipitación media.
La fuerte precipitación causó una crecida de siete metros del río Aude, el que da nombre al departamento, algo que no se producía desde 1891.
También hubo graves daños en Villardonnel, donde una religiosa de 88 años perdió la vida tras ser arrastrada por el agua que arrasó la planta baja del monasterio en el que vivía.
La Prefectura (delegación del Gobierno) indicó que en todo el departamento hubo igualmente ocho heridos leves.
Ante el riesgo del desbordamiento de un embalse, alrededor de 1.000 personas fueron evacuadas del pueblo de Pezens, que tiene 1.500 habitantes. Igualmente se procedió al desalojo de otras tres localidades.
Las lluvias torrenciales causaron desperfectos en muchos tramos de carreteras y dejaron aisladas durante horas a decenas de localidades de Aude, donde 7.000 hogares quedaron privados de electricidad, además de otros 3.000 en el vecino departamento de Hérault, cuya capital es Montpellier.
Los colegios e institutos permanecieron cerrados toda la jornada, siguiendo las consignas de las autoridades para evitar cualquier desplazamiento, mientras que la línea de ferrocarril entre Carcasona y Narbona permaneció interrumpida durante varias horas.
Cerca de 750 bomberos fueron movilizados en Aude, la mitad procedentes de otros departamentos, a los que se sumaron más de 200 gendarmes y siete helicópteros.
Philippe, que es también de forma interina el responsable del departamento de Interior, estuvo recorriendo los principales escenarios del siniestro acompañado del ministro de la Transición Ecológica, François de Rugy, y de Jacqueline Gourault, ministra delegada de Interior.
Alguno de los habitantes con los que se encontró se quejaron de que no fueron advertidos de la alerta roja meteorológica con suficiente antelación, sólo cuando ya llevaba horas lloviendo con fuerza.
El primer ministro, que dijo que fue «un acontecimiento climático de una increíble intensidad» y «excepcional», declaró a la prensa que los servicios de salvamento estaban posicionados antes de que todo ocurriera, e insistió en el carácter «imprevisible» del fenómeno.
También avanzó que se acelerará la declaración de zona catastrófica y que, a más largo plazo, habrá que tener en cuenta lo ocurrido a la hora de planificar la reconstrucción y garantizar un alto nivel de seguridad.
El presidente francés, Emmanuel Macron, que tiene previsto trasladarse allí rápidamente, quiso manifestar, durante una comparecencia con su homólogo surcoreano, Moon Jae-in, en París «la emoción y la solidaridad de toda la nación» con los damnificados, además de asegurar que «los servicios de rescate están movilizados».
Las de este lunes fueron las inundaciones más mortíferas en esa zona de Francia desde noviembre de 1999, cuando hubo 26 muertos en el departamento de Aude.
Según los servicios meteorológicos, en su origen estuvo el fenómeno de la gota fría por una temperatura elevada del Mediterráneo al final del verano, que favorece la llegada de corrientes de aire caliente y húmedo desde el sur que, al chocar con las montañas del Macizo Central, provocan fuertes precipitaciones.
El frente de lluvias se desplazó esta tarde hacia los departamentos de Hérault y Aveyron, donde se esperaban tormentas, en tanto que otros cuatro departamentos siguen en alerta naranja.
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