Una pareja se unió al grupo y a continuación se dirigieron en autobús al Passeig Marítim, donde siguieron tomando alcohol y fumando porros. El consumo de las sustancias provocó que la víctima se sintiera indispuesta y el procesado se ofreció a llevarla a un lugar en el que pudiera descansar. Los dos accedieron a un edificio abandonado y, una vez allí, el hombre tumbó a la menor en un colchón y le quitó la ropa.
La chica se encontraba completamente desorientada, sin fuerzas, y no pudo ofrecer resistencia al agresor, que le cogió la cabeza y le obligó a que le hiciera una felación. Ella insistía en que no quería mantener relaciones sexuales, pero el acusado la forzó. La víctima se quedó dormida tras la violación y, horas más tarde, el hombre aprovechó que seguía dormida para volver a agredirla sexualmente. El acusado acompañó a la chica hasta la parada del autobús para que regresara a su domicilio. No quiso contar nada a sus padres porque les había dicho que se quedaría a dormir en casa de una amiga. La menor acudió al hospital para que la examinaran y puso los hechos en conocimiento de la policía, que detuvo al agresor.
El sospechoso se negó a declarar en el juicio celebrado el pasado 13 de diciembre. El relato de la joven, sin embargo, fue estremecedor. Contó, entre sollozos y con las piernas temblando, que esa noche el cuerpo no le respondió. Sintió miedo de que el hombre no la dejara salir de la casa abandonada y le dijo que todo iba bien. «Tuvo que poner buena cara al procesado, como sucede en las películas, por miedo a que este le pudiera hacer algo», indica la sentencia.
El apunte
Hallaron restos del hombre en el organismo de la perjudicada