El prior de Lluc, Marià Gastalver, este martes durante la entrevista en el santuario. | ALEX SEPULVEDA

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El prior del santuario de Lluc, Marià Gastalver, está muy agradecido por la labor del Equipo de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Inca. Los investigadores resolvieron el caso en un mes y medio tras entrevistarse con más de 150 trabajadores del santuario y del museo. El jefe de mantenimiento detenido por el robo de joyas, antigüedades y dinero se movía por todos los espacios. Como si fuera su casa... era su casa.

¿Qué ha supuesto para ustedes este caso?
— Ha sido una sorpresa, no nos lo esperábamos de ninguna manera. Este tipo de prácticas no pueden existir en ningún lugar y mucho menos en un santuario. El nuevo equipo, que llegamos hace tres años y medio, tiene muy claro una ruta de trabajo y un plan estratégico de lo que tiene que ser un santuario. La gente que se apunte a esta forma de trabajar, adelante, pero los que no se apunten se tendrán que bajar del barco. Y esta fue una manera de bajarse.

¿Sospecharon en algún momento del jefe de mantenimiento del santuario?
— Esta persona hace tiempo que tenía una comportamiento que no nos acababa de encajar, pero nunca pensamos que pudiera llegar a este tipo de comportamientos. Tú intuyes cuando una persona es auténtica o lleva a cabo su trabajo con responsabilidad. Enseguida te das cuenta si tiene las cualidades que pensamos que debe tener un jefe de departamento. Es verdad que hace un tiempo que lo marcábamos diciéndole que queríamos que trabajase de una forma determinada porque ya tenía comportamientos que no nos acababan de gustar.

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¿Han hablado con él?
— No hemos tenido tiempo. No queríamos hablar con él en mitad de este proceso, no queríamos que sospechara.

Un visitante descubrió que las joyas que se exhibían no eran las originales.
— Cambió la composición de las vitrinas y gracias a esta persona fue el inicio de la investigación.

¿Saben por qué lo hizo?
— Es la gran pregunta que nos hacemos. No lo sabemos. Era una persona que en su casa estaba bien y no tenía una necesidad evidente. Si después llevaba otra vida... no lo sabemos, pero no es una cuestión de dinero. Tenía un sueldo elevado. Era una persona aparentemente normal que contaba con la confianza del equipo del santuario. Esta persona necesita perdón y compasión.

¿Ya le han perdonado?
— Sí, desde el primer momento. Ponernos en la piel de lo que está viviendo nos ayuda a comprender el dolor que padece.