El joven Guillem Comamala Fiol falleció el pasado viernes 23 de agosto tras el letal atropello de un yate sobre el bote en el que pescaba.

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Nadie hubiera podido presagiar que, tras aquel precioso atardecer de verano, ocurriría algo malo. Sobrecogedor. Un trágico incidente náutico que se llevaría por delante la vida de un joven mallorquín de veinte años de edad que disfrutaba de su tiempo libre, junto a su familia, haciendo lo que otros muchos ciudadanos de la zona, hacen de forma habitual. Ni él, ni sus seres queridos, ni siquiera sus vecinos; podrían haber vislumbrado el fatal destino que aguardaba a Guiem Comamala Fiol cuando lo vieron dirigirse al mar. Fue su último anochecer. El del pasado viernes 23 de agosto.

Las aguas del Mediterráneo reposaban en paz, sin viento, bajo un cielo sin nubes que garantizaba una visión clara y despejada del puerto de Cala Bona, un pequeño muelle en el que no se estilan los grandes yates o veleros lujosos; la gran mayoría son botes y embarcaciones tradicionales como los 'llaüts', propiedad de familias mallorquinas que pasa en herencia de generación en generación, objetivos cumplidos para muchos jóvenes apasionados del mar que ahorran hasta lograr uno y otras tantas historias tras los tesoros de la vela latina que salen habitualmente a navegar; durante el verano en Mallorca, casi todos los días, sobre todo cuando se inicia el período de la pesca del calamar, una gozada para muchos pescadores que salen al atardecer para procurarlos.

Imagen del Port de Cala Bona, un pequeño puerto con capacidad para 190 embarcaciones de menos de 12 metros de eslora y 2 metros de calado

Ése fue precisamente el motivo por el que Guiem, estudiante universitario de Matemáticas en la Politécnica de Barcelona, salió al mar junto a su tío, propietario del pequeño bote Atlántico 320 y su hermano, de tan sólo trece años de edad. Salieron a la tarde y no se adentraron demasiado lejos del muelle, se acercaron a Cap Pinar, sobre todo porque las vías de entrada a los puertos son uno de los lugares óptimos para la pesca de este molusco; la luz del atardecer provoca que se acentúen los colores de los señuelos utilizados como cebo. Guiem, se colocó junto al motor, franqueado por sus dos familiares e introdujo su 'esquer' en el agua. Portaba una linterna en la mano. Era la única luz visible del pequeño bote.

Una tarde de excesos y fiestas

Mientras tanto, en otro punto costero del litoral mallorquín, un grupo de personas celebraban sus vacaciones en un lujoso yate alemán, bautizado como 'La Luna' y con un valor de cuatro millones y medio de euros, una Riva 66 Ribelle, de color negro. Los turistas, pasaron la tarde en alguna de las calas de Llevant, según diversos testigos, y al acabar la marcha, pusieron rumbo a Portocristo a toda velocidad. Antes de pasar por Cap Pinar, unas imágenes registradas por un padre preocupado muestran cómo la lancha auxiliar del lujoso yate, navega de forma temeraria y trata de amedrentar a otras embarcaciones; una de ellas, en Cala Agulla, donde un progenitor graba imágenes que serán clave para lo sucedido después. El testigo declaró que parecían estar bajo los efectos del alcohol.

Éstas son las imágenes que registra el hombre:

Denis Viehof, el hijo del propietario de la lujosa embarcación, patroneaba 'La Luna'. Tenían cerca de tres cuartos de hora de trayecto para volver a puerto que podían reducir acelerando su ruta. Nadie sabe aún si pusieron el piloto automático. Sobre las nueve de la noche, llegaron al área en el que algunas embarcaciones practicaban la popular pesca del calamar. La de Guiem estaba entre ellas.

Un golpe brutal

Los tres ocupantes del bote oyeron la llegada del yate; a pesar de su color oscuro, vieron claramente como se acercaba peligrosamente. Guiem seguía con su linterna en la mano. Al advertir que no aminoraban la velocidad, trataron de encender rápidamente el motor para intentar escapar de su trayectoria. No fue posible. El yate, de 20 metros de eslora, arrolló a la embarcación y la golpeó por popa, justo donde se encontraba Guiem, y el motor, que arrancaron de cuajo. Los segundos posteriores fueron, sin lugar a dudas, los más dramáticos y dolorosos para la familia. El tío del joven lo localizó en el agua ya sin vida. Una barca cercana les auxilió y les llevó a puerto. Guiem había fallecido tras el brutal impacto y nadie más que aquella barca se detuvo a ayudarles. El yate continuó su ruta «a toda velocidad hacia Punta de n'Amer», tal y como declaró el tío de la víctima.

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Detalle de la popa de la embarcación golpeada en la que se ve el desconche del impacto y el agarre que sostiene el motor partido y dañado
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Se dio aviso a los equipos de Emergencia y, además de las patrullas municipales de Son Servera, la Guardia Civil activó todos los recursos disponibles para localizar a los autores del atropello. «Buscamos un yate grande de color negro». Se peinó todo el litoral llegando incluso hasta Palma, interrogando y dando aviso a todos los trabajadores y encargados de puertos y muelles de toda el área costera. La Benemérita procedió a controlar los puertos de Cala Ratjada, Cala Bona, Porto Cristo, Portocolom, Portopetro, la Colònia de Sant Jordi, sa Ràpita, s'Estanyol, y los clubes náuticos de Palma hasta completar la que llamaron operación 'cerrojo'. Dió resultado. Con las primeras luces del alba, los agentes localizan y precintan al yate 'La Luna', atracado en Portocristo.

El yate con el precinto de la Guardia Civil

Una vez localizado, los agentes comienzan las diligencias pertinentes para completar una exhaustiva investigación: localizar e interrogar a patrón, tripulación y otros testigos, proceder al registro de la embarcación, revisar el casco a través de los buceadores especializados (GEAS) en busca de vestigios del choque, recopilar material audiovisual y trazar la ruta del yate en base a su geolocalización. Si en un inicio es Servicio Marítimo quien trata de arrojar luz sobre el choque, vistas las peculiaridades del caso y el comportamiento previo de la embarcación, el Grupo de Homicidios se hace cargo.

Una pesadilla de la que nadie puede despertar

En las horas posteriores al trágico suceso, la noticia corre como la pólvora por el pequeño puerto y los aledaños. Acaba conmocionando la isla entera y hasta el país. Los crespones negros inundan las redes sociales al identificar al joven Guillem Comamala Fiol como el fallecido. Deportista, buen estudiante, voluntarioso, alegre; querido y respetado por todos los lugares por los que pasó. El Ajuntament de Son Servera decreta un minuto de silencio que tiene lugar el domingo 25 de agosto en el mismo muelle del que partió la víctima. La tristeza de la familia y los vecinos, inunda el idílico lugar. Las caras lo dicen todo, un dolor inasumible se apodera de los asistentes. La presión recae sobre los agentes que llevan la investigación. Todos quieren poner cara al patrón del yate y verle detenido; aunque como en toda investigación, no se pueden ni se deben dar pasos hasta reunir las pruebas que determinen lo que verdaderamente ocurrió.

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Un minuto de silencio tremendamente sincero y emotivo
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Inevitable dolor en las caras de los asistentes y abrazo entre alguno de los testigos del terrible suceso

La tristeza se transforma en rabia al llegar el lunes posterior a la tragedia. Nuevas informaciones desvelan que al menos media docena de personas celebraban una fiesta en el barco; pero no es ese dato el que enciende a la sociedad, impactada por la pérdida de Guiem; unas fotografías hechas durante la mañana del sábado muestran como los presentes en el atropello, justo antes de ser localizados por la Guardia Civil, tratan de deshacerse de algunos objetos que demuestran la celebración de la noche anterior, por ejemplo, lanzando vasos de tubo por la borda; supuestamente para ocultar pruebas que pudieran implicarles más en la muerte del joven. Una gran parte de la sociedad, colérica, clama en nombre de la justicia.

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Los agentes han interrogado incluso a personas que han realizado tareas de limpieza en el yate para extraer información sobre lo que ocurrió tanto el viernes por la noche como en otras ocasiones

La situación procesal de Denis Viehof

La avalancha que sufre el patrón de la embarcación en redes sociales, provoca que las bloquee temporalmente. El joven, piloto de profesión y empresario, es hijo de Klaus Viehof, uno de los hombres más adinerados de Alemania y con mucha relación con Mallorca debido a sus negocios inmobiliarios junto a un socio de la isla. Su hijo se ha criado entre veranos isleños y otros lujos. Voces cercanas le señalan como un habitual de las fiestas en el barco y los excesos.

Tras recabar todas las pruebas, la Guardia Civil imputa a Viehof por dos delitos: omisión del deber de socorro y homicidio. Denis es consciente de que no tiene escape alguno y afronta la situación a nivel judicial. Colabora entregando toda la documentación que se le requiere y acude a su citación ante la Benemérita. Se acoge a su derecho a no declarar y continúa manteniendo que nadie se dio cuenta del impacto contra el bote de Guiem. Agentes y peritos navales defienden que es prácticamente imposible no haberse dado cuenta. Una vez en libertad, aún con cargos, Denis vuelve a Alemania.

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Asistentes al funeral de Guiem en Sant Marçal, donde la iglesia acabó totalmente llena

No hay consuelo para la familia y los amigos del fallecido. Tras un emotivo funeral en Sant Marçal, donde se llenó completamente la iglesia, e incluso varias personas se quedaron fuera; su familia y amigos, los equipos en los que desarrolló su actividad deportiva y sus compañeros de estudios, tratan de seguir adelante con la indignación contenida de saber qué se determinará en el presunto futuro juicio; si lo hay. Por parte de la facción alemana, el entorno asegura que el joven patrón alemán está totalmente compungido y afectado por lo ocurrido.

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El pasaje fue visto en Portocristo lanzando vasos de tubo por la borda, además de varias entradas y salidas a velocidad alta del puerto

La investigación será quien aclare si el pequeño bote cumplió con la normativa y llevaba las luces necesarias para navegar con seguridad y ser visto por un radar; si el exceso de velocidad pudo ser la causa de una no reacción que evitara el impacto o si la verdadera razón de dejar atrás a Guiem y a sus familiares fue la de evitar la culpabilidad de la colisión y poder prorrogar unas pruebas de alcohol y drogas que ya no tendrán ningún tipo de efecto en el suceso. Demasiados interrogantes que se resolverán con el tiempo, mientras Cala Bona mantendrá, con cada atardecer, el recuerdo de Guillem Comamala Fiol.