Es comedido en la expresión. No practica la falsa modestia, pero sostiene que ayudando a los más necesitados aprende. Es sincero. Paco Sans (Palma, 1940) realizó una importante carrera profesional en la hostelería. Ahora está jubilado. Y lleva veinte años siendo el alma máter de Zaqueo, una organización asistencial que reparte un promedio de doscientos menús diarios.
Me pregunto dónde aprendieron, los de Zaqueo, a multiplicar los panes y los peces. Me responde:
Paco Sans.- Quisiera decírselo, pero me resulta poco menos que imposible. Lo cierto es que cada día tenemos algo con que llenar el puchero, tal vez porque el milagro evangélico se repite continuamente. Si hace dos años dábamos de comer a cien personas, ahora atendemos a más de doscientas.
Llorenç Capellà.- ¿Quién acude a Zaqueo?
P.S.- Cualquier indigente que decida hacerlo. Nosotros no cerramos la puerta a nadie. ¿Que se da algún caso de picaresca...? Puede. Pero no lo creo. Quien pide un plato de comida es porque está hambriento. De todas formas, volviendo a lo del milagro...
L.C.- Sí...
P.S.- Al milagro diario lo genera el voluntariado asistencial. ¡Ya me dirá...! Damos comida a doscientas personas sin que en nuestro local dispongamos de cocina ni de espacio para nada. Pero el entusiasmo y el buen corazón de la gente suplen las deficiencias. Le pondré un ejemplo de cómo funcionamos. Un grupo de vecinos de Capdepera se ofreció a traernos la cena el último sábado de cada mes. Y desde entonces no han fallado ni un solo día a su cita. Traen la comida hecha. Y la sirven. Y friegan platos, vasos y cubiertos. Luego, otro colectivo de Costitx, se brindó a hacer lo mismo. Y así otro y otro.
L.C.- ¿Qué motiva tanta solidaridad?
“El poso cristiano de todos ellos es determinante. Pero también les influyen sus propias experiencias”
P.S.- Causas muy diversas, supongo. El poso cristiano de todos ellos es determinante. Pero también les influyen sus propias experiencias. No conozco cada caso, porque no pregunto. No obstante, si alguien ha pasado por el dolor de tener un hijo en la calle, le aseguro que hace cuanto puede para que otros padres no pasen por un sufrimiento idéntico. ¿Me explico...?
L.C.- Perfectamente.
P.S.- La solidaridad se basa en el buen corazón, pero también se forja a partir del dolor, de las experiencias traumáticas. En cualquier caso, sean cuales sean sus motivaciones, gracias a estos grupos de ayuda los asiduos de Zaqueo comen caliente todos los días del año. Hubo un tiempo en que sólo podíamos repartir sándwiches y leche. ¡Y ya ve...! Cada mañana me digo lo del pan nuestro de cada día dánoslo Señor... Y nos lo da.
L.C.- ¿Cuál es el perfil del necesitado que acude a Zaqueo?
P.S.- Huyo de los perfiles, porque para diseñar perfiles humanos ya se basta y se sobra la Administración. Los diseña y se equivoca. La persona no es una máquina. Y llega a la marginación por una multiplicidad de factores que luego no pueden disociarse. A este centro van los drogadictos, a este los borrachos porque no tienen familia, a este... ¡No, no, no...! Quien quiera venir a Zaqueo que venga. Se le ayudará y no se le harán preguntas ni se le abrirá ningún tipo de ficha. No se debe violar la intimidad de las personas. ¿Para qué...? Desde la Administración se aduce que hay albergues abiertos, que el que duerme en la calle es porque quiere... Y no es cierto. Es un sofisma.
L.C.- ¿Me lo explica?
P.S.- El marginado huye de los controles. No porque tenga nada que ocultar, sino porque le duele someterse a un eslabón que le unirá a un modelo social que lo ha rehusado. Pero tampoco quiere estar en la calle, porque la calle le da miedo. Y, además, en la calle, se le acentúa la sensación de soledad. Nadie quiere dormir en un cajero o en el zaguán de una finca. En Zaqueo, cuando se ha acabado de servir la cena, arrinconamos las mesas y esparcimos colchones y colchonetas de playa por el suelo. No queda ni una vacía.
L.C.- Al margen de las personas marginadas, están las otras, las que están en vías de marginación por la falta de trabajo.
P.S.- Es un problema añadido a los que ya teníamos. Suelen ser hombres. Se les nota cohibidos, con una cierta vergüenza de ponerse en la cola. Por nuestra parte procuramos que las colas sean cortas. Y, además, tenemos dos. La de los que ocuparán las mesas y, otra, para los que quieren llevarse la comida a casa. Éstos son los más vergonzosos, así que les preguntamos si tienen personas a su cargo. Y en este caso les damos para todos.
L.C.- ¿Se dan casos de desagradecimiento?
P.S.- Ni uno solo. No nos dan las gracias, ni las queremos, porque el agradecimiento puede ser humillante. Pero hay muchas formas de transmitir afecto. Una mirada, una mano en el hombro... Aunque lo disimulen y parezcan hoscos o agresivos, tienen la sensibilidad a flor de piel. Son de carácter hermético. No obstante, si no les haces preguntas.
Zaqueo es un milagro. Pero desconfiad de los milagros, porque no tienen por qué ser eternos. Quiero decir que toda ayuda es poca, para quienes dan de comer al hambriento, venga de donde venga y sea quien sea. En su web, la de Zaqueo, puede leerse una presentación, tintada de humor y humanidad, en la que se especifica que allí se ayuda "a los que aparcan vehículos, limpian parabrisas, venden pañuelos, piden limosna, buscan en los contenedores de basura, se prostituyen o simplemente delinquen". Y concluye: "No producen, molestan, estorban, enredan, pero ninguno de ellos quiso llegar a donde está". Y es cierto. He ahí una verdad como un puño. Las admirables gentes de Zaqueo atienden en su local (plaza del Mercadal, 1-bajos, teléfono 971-476744) a unos doscientos indigentes todos los días del año. Y sin la más pequeña subvención por parte de las instituciones. La ayuda procede de restaurantes, hoteles o mercados. El obispado cede gratuitamente el local, que es propiedad de la Iglesia. Y el voluntariado hace el resto. Da desayuno y cena a quienes llaman a la puerta y, además, les ofrecen ducha y cama. Paco Sans se define como el alma mater de la organización. En realidad, la fundó. La directora es Catalina Cunill. Y Ángel ejerce funciones de encargado. El milagro radica en tener cada día algo que echar a la cazuela. Pese a las dos horas de conversación, no pude sonsacarle a Paco Sans quién se entretuvo en enseñarle a multiplicar los panes y los peces.
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