Leticia Sabater, al entrar en el plató de 'El Hormiguero'. | X: @El_Hormiguero

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Leticia Sabater ha visitado este lunes por primera vez el plató de 'El Hormiguero', donde ha protagonizado una entrevista, entre dominada por el espectáculo y por la sinceridad. La artista ha sacado a la luz su conocido lado rebelde, hasta el punto que Pablo Motos ha tenido que pedirle que parara en mitad del programa, en vista del revuelo causado. Pero también ha habido lugar para confesiones personales, que dejan entrever otro el lado, menos conocido, de Leticia Sabater.

Sabater, de 58 años, ha acudido a 'El Hormiguero' con motivo del próximo estreno de su nueva gira, ‘Baliando en mi fiesta 2024’, con la que recorrerá distintos puntos de la geografía española. Precisamente, como guiño a una de sus canciones, le ha regalado a Motos una gorra de policía. Ha sido en mitad de uno de los momentos más 'locos' del programa, en los que Sabater, fiel a su actual estilo gamberro, ha estado cantando un rap, animando al público y dando saltos sobre la mesa. En ese momento ha sido cuando Pablo Motos la ha interrumpido, atónito: «Leticia que la mesa no aguanta», al mismo tiempo que pedía que se bajara de la mesa.

Sin embargo, también hemos podido ver este lunes otro lado de Leticia, uno al que nos tiene menos acostumbrados. Y es que la catalana ha estado hablando de su infancia y de algunos de los episodios más duros y que más la han marcado. Como por ejemplo, su infancia y las dificultades que enfrentó para elegir su camino. Hija del doctor ingeniero de minas Jorge Sabater de Sabatés y María del Carmen Alonso, sus hermanas, Silvia y Casilda, eligieron carreras más tradicionales: enfermería y arquitectura. La decisión de Leticia de dedicarse al mundo de la televisión y el espectáculo disgustó a su familia, hasta el punto de causar verdaderos problemas familiares.

No fue el primer desafío al que se enfrentó. De pequeña, confesó a Motos este lunes, lo pasó muy mal por el estrabismo que tenía: «Yo, cuando nací, lo primero que pasó es que mi abuelo dijo: 'Esta niña no tiene solución'. Era tremendamente fea. Yo era la fea en el colegio, donde me hacían bullying. La que le pasaba todo y de ahí vino ese afán por superarme en todo lo que hiciera y que hubiera alguien que me admirara, porque en ese momento mi familia no estaba orgullosa de mí».