«Con la declaración del Estado de Alarma y el confinamiento total Camp Mallorquí se enfrentó a una disyuntiva, mirar qué hacer con la que se nos venía encima. Vimos que no pintaba bien y o buscábamos alternativas o nos íbamos todos a un ERTE y agachábamos la cabeza», explica Castelli.
Las primeras semanas de confinamiento la cooperativa lanzó una campaña de venta de cajas de fruta y verdura a domicilio, previa reserva por Whatsapp. «Recuerdo que decíamos: estaremos contentos si vendemos 10 cajas en el pueblo de al lado y nos llegaron 10 peticiones por minuto en la primera semana. Significaba un desbordamiento total de la gestión administrativa y acabó derivando en un caos. A posteriori nos reímos. Podemos pensar que estuvimos a punto de morir de éxito pero también dimos en el clavo», dice Castelli.
«A mediados de julio pusimos en pausa el proyecto, una pausa consciente, porque tocaba reinventarse. Dejamos de servir a domicilio y empezamos a colaborar para establecer puntos de recogida en Palma, Esporles, Deià... Queríamos favorecer la economía circular, que las cooperativas locales fueran punto de recogida», añade.
El nuevo modelo se probó con éxito durante varios meses. «Viendo como funcionaba establecimos un calendario para reiniciar el proyecto de gestión, apostando por la tecnología e innovación con la experiencia ya acumulada», dice el gerente de Camp Mallorquí.
Nace así la web de Camp Mallorquí. «Una web muy sencilla pero funcional, que es lo que la geste quiere», explica Castell. «La clave en que el cliente sepa que va a recibir producto fresco, qué producto irá a la cesta y coordinar todas las ventas para optimizar las entregas. De la huerta a la mesa, ampliando la gama con productos variados, no solo verdura».
Actualmente, el servicio de venta directa online (que arrancó en enero con este nuevo modelo) tiene una clientela fija de medio centenar de pedidos semanales que se multiplica con la posibilidad de ir a buscar la cesta también a los anteriores puntos de recogida.
Castelli valora que esta experiencia ha supuesto una «democratización del servicio como productores».
Camp Mallorquí es una cooperativa de segundo grado con 10 cooperativas socias, dos sociedades de transformación y otras colaboraciones.
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