En la casa de Serra se utilizaron un total de 29 tipos de hierbas. | Pep Córcoles

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El último sábado del mes de mayo amanece con una febril actividad en la finca de Antoni Serra, de Inca, situada en el camino de son Marimón, entre las localidades de Inca y Lloseta. Desde hace más de 25 años organiza una jornada popular en la que reúne a varias decenas de aficionados a la elaboración de las tradicionales hierbas mallorquinas.

«Finalizando mayo es la mejor época del año para llevar a cabo la elaboración puesto que es el momento en que las hierbas están en todo su esplendor», sostiene Serra. Este año, fiel a la tradición que heredó de sus padres, ha vuelto a llevar a cabo la jornada de preparar el licor. «Mis padres lo hacían cada año. Reunían a la familia e iban a recoger las hierbas con las que hacíamos el preparado. Yo he querido mantener viva la tradición y enseñar sus secretos a todos los que quieran saberlos para evitar que se pierda una muestra de nuestra cultura ancestral», explica.

Este año los amigos de Serra que se reunieron en su casa salieron pronto a la búsqueda de algunas de las plantas silvestres que se utilizarían y otras que se cultivan en la misma finca. En la elaboración de esta maceración se ha llegado a contabilizar hasta 105 especies diferentes, según cuenta Serra. Sin embargo, puntualiza que lo habitual es «usar entre dieciocho y treinta especies». En la receta que se elabora en la casa de Serra se han establecido un total de 29 tipos de hierbas aromáticas «aunque los puristas dicen que lo ideal es usar el número de la edad de Cristo; es decir, 33 hierbas. Es una tradición como otras muchas que envuelven siempre el mundo rural mallorquín», dice el tradicionalista.

El pasado día 26, en que se reunió el grupo para llevar a cabo el taller anual, se recolectaron las hierbas: ruda, pino, níspero, limonero, naranjo, acebuche, mata, enebro, romero, ‘senyorida', salvia, menta, tomillo, ‘cost', mejorana, melisa, ‘palpalai', hierbabuena, hierba luisa, manzanilla, zarza, granado, hinojo, eucalipto, ‘cirerer de pastor' . A las que se añadieron frutos y especias como: granos de café, cerezas, nueces verdes, algarrobas, y vainilla.

De un litro hierbas puras, una vez reposadas, se sacan tres litros de hierbas rebajadas. «Primero se hace la madre; con anís si se quieren dulces o con aguardiente si se quieren secas», indica Serra. Agrega que «hay que dejarlas macerar al menos dos meses y luego se saca la mitad para rebajar y se vuelve a rellenar la botella madre».

Serra explica que «las hierbas nacieron como un jarabe, como un digestivo, probablemente en alguna botica o en algún convento». El interlocutor agrega que «siempre se ha dicho que en mayo es cuando las hierbas que se usan en la mixtura tiene más aroma». «Antiguamente se las daban a los niños cuando tenían lombrices», puntualiza

Jeroni Pol, vecino de Inca, es uno de los aficionados que acuden desde hace varios años. Sostiene: «Me gusta porque es una forma de mantener viva una tradición de nuestra payesía y porque además, me permite elaborar las hierbas a mi gusto para tener todo el año».

Marco Madrigal, aficionado de Palma, agrega: «Es una expresión de cultura mallorquina; lo cierto es que a Antoni Serra se le debería hacer algún reconocimiento por mantenerlo». Madrigal recomienda a los que quieran elaborarlas que «no pongan demasiado romero pues le da un sabor que recuerda demasiado al asado». Este aficionado tiene una curiosa opinión sobre el tipo de hierbas a elaborar: dulces, secas o mezcladas: «Las dulces son para moñas; las secas para pescadores, cazadores y ‘esclatassanquers', pera el resto de mortales lo mejor son las mezcladas», sentencia con una risotada.