La botiga de «Ca na Sopeta» se dedica a la venta directa de la mano de Sebastià Jaume Barceló. | Assumpta Bassa

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Vilafranca es pagesia, tierra de melones. Quien no recuerda la imagen de la antigua carretera de Palma, que atraviesa el pueblo, con los pintorescos negocios tradicionales que llenaban de vida, de color y de los mejores aromas la localidad. La variante trajo muchas ventajas al sacar el tráfico del pueblo y mejoró la calidad de vida de los vecinos. Sin embargo supuso la muerte de muchos de estos negocios. Pero algunos lograron sobrevivir y hacerse fuertes.

Es el caso de Sebastià Jaume, el último pagès que atiende a sus clientes desde su botiga ‘Ca na Sopeta’ con un producto local de calidad. Sebastià Jaume (Vilafranca, 1984) es la tercera generación de una familia que ha cultivado el campo toda la vida. Estudió Recursos Naturales y Paisajismo y es asesor fitosanitario. Ahora está al frente del negocio familiar. Han sembrado y cultivado con mucho amor las tierras de Baix de la Vila, cerca de 15 hectáreas, y por ello han recogido el mejor fruto. «Hacemos cereales, frutas y verduras. Vendemos también piensos y abonos». El trato con el cliente es cercano. «Solo nos dedicamos a la venta directa».

El producto base es el melón. Cultivan hasta 18 variedades. Uno de los eventos más populares es la Fira i Festa del Meló. Solo queda una semana para el tradicional concurso. Sebastià Jaume lo ha ganado en varias ocasiones, tanto en el apartado de calidad como en el de tamaño. Su ejemplar más grande pesó alrededor de 23 kilos. Pero en esta edición, todavía no ha decidido si tendrá el producto para presentarse. En una semana cambian mucho las cosas. «Esperaremos hasta el final, todavía es pronto para valorar los daños de las últimas lluvias».

Su padre durante muchos años fue el encargado de pesar los melones en el concurso. El campo también ha sufrido una gran evolución. «Cuando era pequeño, foravila estaba lleno de melones», comentó. Hace 15 años la estampa más nostálgica eran las botiguetes con sus enfilalls de tomàtigues de ramallet y alls. Con la llegada de la variante, explica, «se dieron dos hechos. Por un lado el cambio generacional y por el otro esta nueva infraestructura. En algunos casos coincidieron ambos, por lo que provocó el cierre de muchos negocios».

Destaca que «para nosotros fue muy positivo porque en los últimos tiempos ya no se paraba nadie pues la vía era muy peligrosa. Mi abuelo fue el primero en abrir la tienda en la carretera y yo soy el último». El futuro de la pagesia, «no depende de políticos ni de leyes sino de la climatología». Pero él lo tiene muy claro «mientras la gente acepte un producto de calidad a un precio recomendable seguiremos estando». El secreto para un melón de calidad es «una buena semilla, muchas horas y un buen fondo de tierra y sobretodo y estiércol de animales». Utilizan los sistemas tradicionales, «como dice mi padre solo hemos cambiado la mula por el tractor».