En muchas de ellas el protagonista absoluto es este tipo de baldosas pequeñas, de 15 por 7,5 centímetros, en blanco, lisos y con brillo en su versión más auténtica. Su nombre se debe a que desde que se crearon, a principios del siglo pasado, cubrieron las paredes de las estaciones de metro. En la actualidad esta versión es la más vintage, pero se han incorporado al mercado infinidad de variables que lo convierten en más sofisticado, elegante, rústico o de estilo industrial, según el acabado. ¿Por qué elegirlos? Su sencillez, que nunca pasará de moda, su durabilidad y resistencia y su capacidad para adaptarse a cualquier estilo son razones poderosas.
En cocinas y cuartos de baño las baldosas biseladas nos darán más quebraderos de cabeza a la hora de mantener la limpieza, así como las lechadas blancas, que hay que cuidar con esmero. Combinan perfectamente con otros materiales, desde el mármol o el granito a la madera y la cantidad de colores con que se fabrican aporta casi infinitas opciones a la hora de decorar.
El más clásico es el azulejo de metro blanco y liso con brillo, que aporta un aire ‘vintage'.
Las baldosas con color añaden personalidad, especialmente cuando la cocina es blanca.
Distintas opciones. El azulejo de metro ha incorporado diversos acabados, como el metalizado, con la lechada a contraste o con bisel en sus cuatro caras.
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