Primero, comer de pie puede acelerar el ritmo al que masticas, lo que puede llevarte a comer en exceso sin darte cuenta. Por otro lado, cuando te sientas es más probable que prestes atención a lo que estás comiendo y a cuánto estás comiendo, lo que te permite disfrutar más de tus alimentos y también te ayuda a reconocer cuándo estás lleno.
Además, cuando comes de pie, el sistema digestivo no puede funcionar tan eficientemente como cuando estás sentado. Esto se debe a que esta postura puede causar estrés y tensión en ciertos músculos y órganos que son esenciales para la digestión. Al sentarte, tu cuerpo puede relajarse y concentrarse en la digestión de los alimentos que has comido.
También está el aspecto psicológico de comer. Al realizarlo de pie a menudo se asocia con comer rápido, mientras se hace otra cosa o con cultraprocesados. Por otro lado, sentarse puede ayudarte a hacer una pausa en tu día y a concentrarte en tu plato, lo que puede hacer que por ejemplo tu almuerzo sea más satisfactorio y menos estresante.
Finalmente, sentarte puede tener beneficios sociales. Comer es a menudo una actividad social, y el estar en esta postura para compartir una comida puede fortalecer las relaciones y fomentar la comunicación. Si estás de pie, es menos probable que te tomes el tiempo para interactuar con los demás. Podemos afirmar que aunque comer de pie puede parecer normal en nuestra vida cotidiana ajetreada, no es la opción más saludable. Siempre que sea posible, intenta sentarte para comer. Tu cuerpo y tu mente te lo agradecerán. Ese momento no solo es combustible para nuestro cuerpo, sino también un placer y un tiempo para relajarse y disfrutar.
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