Tanto el melón como la sandía son ideales para las personas que tienen que vigilar su peso.

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Muchas veces pensamos que el pasado fue mejor que el presente… hasta que lo consideramos en profundidad. Entonces quizás muchos estemos de acuerdo con Thomas Jefferson, el tercer presidente de los Estados Unidos y principal escritor de la Declaración de Independencia, que dijo: «El pasado es un buen sitio para visitar, pero no me gustaría vivir ahí».

Cada año por estas fechas añoro mucho la Palma de la década de los 60 cuando ciertas calles y plazas de la ciudad eran mercadillos abiertos bajo las estrellas… solo para la venta de melones y sandías. No había una fecha fija, pero en algún día agobiante de agosto, de golpe había verdaderas colinas de melones en los suelos esperando compradores. Puntos muy populares fueron la plaza del Tubo (aunque en aquellos días todavía no habían montado el Tubo), Plaza Atarazanas, Plaza Mayor y las Avenidas.

Melones por la noche

En cada sitio se juntaban varios vendedores y lo verdaderamente sorprendente de esta tradición veraniega es que los puestos estaban abiertos las 24 horas del día. Es algo que jamás podría ocurrir hoy con nuestros horarios fijos y una ciudadanía dispuesta a buscar pegas en todo y protestar a tope. Y hoy esos mercadillos, abiertos durante toda la noche, seguramente se convertirían en lugares de juerga, música, canciones y, en el peor escenario, prostitución, venta de drogas o focos de contagio del último virus de turno. En aquel entonces había actividad madrugadora, pero todo era muy señorial.

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Para los tradicionales hombres de la noche y sobre todo los picadores, era una costumbre terminar una noche de bares y discotecas de Gomila pasando por los mercadillos para comprar un buen melón y comerlo ahí mismo, como resopón. Los hombres de la noche, siempre bien apuestos con trajes ligeros de verano, venían con su pandilla de siempre, y los picadores con las escandinavas con quienes pudieron ligar.

Para las escandinavas aquello fue un show jamás visto: comiendo grandes tajadas de melón en una plaza y en la frescura de las cuatro de la madrugada. Se les caía la baba entre el goteo del zumo de los jugosos melones. Esta era la vida mediterránea y no la que tenían en Oslo, Helsinki, Estocolmo o Copenhagen. Habrá lectores que tienen dulces recuerdos de aquellos melones que comieron como resopón. Para muchos, aquellas tajadas zampadas por la madrugada (con o sin la presencia de escandinavas) fueron las más memorables de su vida. Aquellos días nunca volverán.

ARIANY. AGRICULTURA. Buena cosecha de melones en Ariany.
Buena campaña de melones este año en Mallorca.

A principios de los 80, cuando la gente miraba atrás con nostalgia diciendo ‘Con Franco éramos más…’ y añadiendo unas palabras según sus tendencias políticas, solo Alfredo Amestoy dijo algo aplicable a todo el mundo, fuera cual fuera el color de su partido político. Al final de su spot en un programa televisivo de Fin de Año, sus últimas palabras fueron: ‘Es que con Franco éramos más jóvenes’. También lo éramos en aquellos años dulces del resopón de melón.

Ideal para perder peso

Tanto el melón como la sandía son ideales para las personas que tienen que vigilar su peso: tienen el contenido de agua más alto de todas las frutas, por lo tanto ambas dan solo 30 calorías por 100 grs. Esto significa que algunas de las variedades pequeñas, como el jugosísimo marina, vienen con solo 120 calorías. Se puede comer la mitad como entrante o postre por 60 calorías, y sentirse bien satisfecho… al menos hasta que tuviera que matar el gusanillo de nuevo. A pesar de su gran contenido de agua (alrededor del 93 por ciento) es una fruta con un elevado aporte vitamínico: 2.500 unidades de vitamina A y 13 miligramos de vitamina C por cada 100 gr. También contiene buenas cantidades de potasio, fósforo y magnesio.