Tras la evaluación de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA por sus siglas en inglés), los Estados miembros aprobaron, a propuesta de la Comisión, la comercialización del gusano amarillo, que son las larvas del denominado escarabajo de la harina.
La EFSA determinó que, a la luz de las pruebas científicas disponibles, el nuevo alimento no supone un riesgo de seguridad para la salud humana. El insecto, consumido diariamente por millones de personas en todo el mundo, puede comerse entero como aperitivo o como ingrediente de diversos alimentos, por ejemplo, en productos proteicos, galletas o pastas.
Así, los países comunitarios dieron luz verde a la Comisión para permitir a una empresa alimentaria que había solicitado una autorización, comercializar el producto en el mercado de la UE, que actualmente ocupa un nicho muy pequeño.
Por el momento, hay otras once solicitudes para poder vender insectos para su consumo que están sujetas a una evaluación de seguridad por parte de la EFSA.
UN ALIMENTO MUY NUTRITIVO
La estrategia europea De la granja a la mesa, que forma parte del Pacto Verde, identifica a los insectos como una fuente alternativa de proteínas “que facilita el cambio hacia dietas saludables y sostenibles”, subrayó la Comisión en un comunicado.
De la cría de insectos se obtienen beneficios medioambientales, remarcó, basados en “la alta eficiencia de conversión de los piensos de los insectos, la menor emisión de gases de efecto invernadero, el menor uso de agua y tierras de cultivo y el uso de la bioconversión”.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), por su parte, describe a los insectos como una fuente de alimentación “sana y muy nutritiva”, con un alto contenido en grasas, proteínas, vitaminas, fibra y minerales.
El aumento del coste de las proteínas animales, la inseguridad alimentaria, las presiones medioambientales, el crecimiento de la población y la creciente demanda de proteínas entre las clases medias son factores que convierten a los insectos en un alimento “especialmente relevante en el siglo XXI”, según la FAO.
“Es necesario encontrar soluciones alternativas a la ganadería convencional. El consumo de insectos, por tanto, contribuye positivamente al medio ambiente y a la salud y los medios de vida”, agregó el Ejecutivo comunitario.
En el marco de Horizonte Europa -un programa de financiación de investigación e innovación- las proteínas procedentes de insectos son uno de los ámbitos clave de sus estudios.
Al recibir la aprobación de los Estados miembros, la Comisión adoptará en las próximas semanas un reglamento que autorice definitivamente este insecto como alimento.
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