Un asador en plena faena en una de las parrillas del restaurante. | Andrés Valente

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¿Cuál es la diferencia entre una torrada mallorquina y una barbacoa (de donde sea)? Cuando se trata de pollo, conejo, codornices, picantones o perdices, la gran distinción está en la suculencia de las carnes de una torrada mallorquina. Al menos siempre es así en Can Torrat, de Camino Las Maravillas, Platja de Palma. Y es así por cuatro razones como mínimo. La primera es que emplean materia prima excelente; la segunda, los asadores son verdaderos expertos y la tercera es que la casa ha tenido tiempo para pulir todos sus conocimientos de la parrilla… 40 años, para ser exacto. Cuando pensamos que el 50 por ciento de los restaurantes de Nueva York no llegan a celebrar su primer aniversario, los 40 tacos de Can Torrat al pie del gran infierno que son dos parrillas enormes son muchos tacos. Este año Can Torrat está de enhorabuena.

Es relativamente fácil poner un buen chuletón a la brasa y mandarlo a la mesa con un punto muy aceptable. Con la carne roja el asador tiene mucho margen y, si se equivoca, nunca será por dejar la carne pasada de punto y sin jugo ni sabor. Pero con el conejo, el pollo y otras carnes de corral, el asador tiene poquísima latitud: si no da en la diana, la carne está poco hecha e incomestible… o seca y sin sabores. En una parrillada mixta (24,50 euros) con muslos de conejo, una codorniz pechugona, una chuleta de cordero y un trozo grueso de cadera de ternera, todo estaba bien achicharrado por fuera y suculento por dentro, el punto más difícil de conseguir sobre las ascuas con esas carnes. Pero en Can Torrat esa perfección es la pura normalidad.

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Dos botifarrones con su relleno suelto y sabroso y un buen punto de picante, y una longaniza jugosa, ambos sobre pa torrat (7,60 euros) estaban al nivel de los más exigentes isleños. Pero cuidado con el pa torrat con aceitunas, alioli y salsa de tomate (2,80 euros por persona). El pan es recién sacado de la parrilla y es tan delicioso que comerás un montón… por lo tanto se tiene que contar como un entrante. Estuve un rato con los asadores haciendo fotos y también en contacto con los camareros y pocas veces he visto empleados tan felices. Esto siempre es una buena señal.

Mi parte de la parrillada con patatas fritas.

Cuando llega a la entrada de Can Torrat, el cliente sube cinco o seis escalones a un rellano donde hay una pizarra que da la bienvenida y explica la necesidad de las mascarillas y el alcohol, y pide perdón por las molestias. Pero al irse han dado la vuelta a la pizarra y ahora dan las gracias al cliente por su visita. Y esa es la cuarta razón por la cual Can Torrat está celebrando su 40 aniversario: los clientes valoran esos gestos de amistad y gratitud y vuelven año tras año. También hay otras razones para el increíble éxito de Can Torrat, pero las guardaremos para dentro de 10 años.