Hace unos días leía la crítica de un restaurante de Barcelona en el que el cocinero es también el camarero y el friegaplatos, vamos que se lo monta el sólo. Algo menos duro son los restaurantes o casas de comida que funcionan con dos personas. Así rápido me viene a la memoria Stagier en sus inicios. La mayoría son jóvenes cocineros con un largo bagaje como deja bien claro el nombre del gastrobar de Santa Catalina. Joel Baeza afirma que hace «una cocina sabrosa, con pasión y corazón», una frase que podríamos aplicar a la mayoría de los jóvenes cocineros que emprenden su aventura en solitario en locales sencillos, pequeños y con cocinas minúsculas. Incomodidades que, sin embargo, no se reflejan en sus cuidadas elaboraciones.
En Mallorca tenemos muy buenos ejemplos, algunos funcionan mejor que otros. Lo cierto es que empiezan con grandes dosis de ilusión, con días buenos, pero también malos en los que dan ganas de colgar el delantal. Cuando los números no cuadran se ven obligados a hacer malabarismos y agudizar el ingenio. Estos reveses sirven en ocasiones para presentar platos muy ricos con ingredientes sencillos y es que no es necesario terminar cualquier plato con una cucharada de caviar o unas láminas de trufa. En septiembre visité dos restaurantes, Cascall en sa Gerrería, y Es Bullidor en la zona del Capitol. Ambos los llevan dos parejas. Josep Clar se ocupa de la cocina en Cascall y su pareja Itziar Seara lleva de forma muy diligente la sala. Vinos naturales y cervezas artesanas llegan a la mesa rápidamente, elegimos un Son Llebre Blanc y unas Adalt Pilsner.
La comida no tarda, la carta es corta y como somos cuatro pedimos la mayoría de los platos para compartir. Muy ricos la ensalada de tomate rosa y queso de oveja; la crema fría de almendras, sardinas e higos me pareció deliciosa, muy delicada; al igual que la berenjena asada con dukkan; el calamar y el floquet, tiernísimo, con pimiento asado. Lo más flojo fue la llampuga, algo pasada de cocción. Clar trabajó con Adrián Quetglas y Miquel Calent antes de independizarse. Ese día Cascall cumplía un año y el restaurante estaba completo. Días después nos acercamos a Es Bullidor tras enterarme de que tenían fideus de vermar, receta binissalemera que me encanta. Justo Miguel es el cocinero de Es Bullidor. En la sala atiende Pavlova. Los fideus estaban ricos, con algo más de picante habrían ganado puntos. Intuyo que en cocina ese día tuvieron algún problema porque los fideos tardaron en llegar una eternidad. Tendré que volver, un pajarito me ha dicho que preparan unos llonguets buenísimos.
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