El Roscón de Reyes

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El Roscón de Reyes se ha convertido en el postre característico de la festividad de la Epifanía, conocida popularmente como la fiesta de Reyes, asumiendo un lugar privilegiado en la repostería del ciclo navideño. A pesar de su nombre, sus orígenes no guardan vínculo alguno con la llegada de los llamados Reyes Magos a Belén para adorar a Jesús.

Dicho episodio, más legendario que histórico, se basa en el Evangelio canónico de San Mateo, donde esos supuestos y aventurados viajeros son identificados solo como «magos», modo griego de referirse a hombres de saber. A sus varios conocimientos y en concreto a sus hipotéticos saberes astrológicos, se atribuye su prematuro conocimiento del nacimiento de Jesús. Sus nombres y número han variado desde tres a doce, según opciones religiosas. Los actuales tres los fijó en el siglo V el papa León Magno para toda la cristiandad, número asumido por el Venerable Beda en un comentario a las obras de los Santos Padres de la Iglesia. Este hagiógrafo benedictino que vivió entre los s. VII y VIII,    les adjudica sus aún vigentes nombres y títulos de: Gaspar, rey de Arabia, Melchor, rey de Persia y Baltasar, rey de las Indias. Al principio su festividad coincidía con la solemnidad navideña, pero desde el siglo IV la Iglesia los diferenció y situó la Adoración de los Magos en una fecha distinta.

Adoración de los Reyes Magos. Seo de Zaragoza.
Adoración de los Reyes Magos. Seo de Zaragoza.

El antecedente clásico de su celebración y el pastel que ahora le es propio se consideran vinculados a las llamadas Saturnales romanas, cuyo nombre deben a su dedicación al dios Saturno. Durante tales festividades, los pueblos incluidos en el Imperio Romano celebraban el aumento de las horas diurnas que empezaba a producirse tras el solsticio de invierno. Para esas fechas se elaboraban unas tortas redondas, con higos, dátiles y miel, que se distribuían entre la población. En ellas se ocultaba un objeto que deparaba ciertos privilegios u obligaciones a quién se lo encontraba. Sería el antecedente de los llamados «juegos del haba», en los cuales quién encontraba la pieza recibía obsequios y debía invitar a los asistentes.

Testimonios de idéntica tradición en el siglo XIV, podemos verlos atestiguados en Navarra donde, acaso por influencia francesa, en 1361 se designaba un Chico Rey de la Faba el día de la Epifanía. Costumbre similar en años poco más tardíos, observaban en Castilla, aunque sus beneficiados no eran tan solo niños. Otro tanto ocurría en Al-Andalus, según cuenta el poeta cordobés Ben Quzmán (1078/1086-1160) autor de una antología poética titulada Cancionero o Diwan. En ella describe una tradición acerca de un pastel o torta de año nuevo o Yanair, llamada hallón o hallullo, nombre vigente aún en Granada, que contenía una moneda.

Esta costumbre de sortear un rey según un objeto oculto en un pastel de forma redonda y de corona, nos lleva a identificarlo con el llamado Junta o Corona de rey, presente en la edición de La cuyna mallorquina (1866).