Maria Amengual, una de las productores de Siurells de Mallorca, con sus artesanías. | Pere Bergas

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Mallorca alberga en la actualidad cuatro talleres que realizan siurells de forma artesana. La mayoría de ellos se encuentra en Marratxí, entre los dos de sa Cabaneta y el de Pòrtol, y existe otro más en Inca. También cuatro mujeres los hacen de forma artesanal y manual, y por ello ostentan el certificado de Mestra Siurellera del Consell de Mallorca, que las acredita como fieles portadoras de una tradición que viene de lejos. Desde cuándo es uno de los misterios locales que quedan en el aire, sin resolver.

Hace un tiempo se llevó a cabo una charla en una librería de Palma que dio cuenta de un estudio a cargo de los musicólogos Amadeu Corbera y Carme Sánchez, en colaboración con la historiadora del arte marratxinera Laura de Luque. Su trabajo versó el origen y algunas de las curiosidades más llamativas de los siurells, una de las artesanías de factura local más queridas dentro y fuera de nuestras fronteras.

Los siurells nacen en el obrador del taller y se deben a la experiencia familiar que se traspasa de generación en generación. Pero hablar de su origen no resulta tan sencillo como a primera vista puede parecer. Los historiadores y etnólogos no tienen una única teoría sobre el nacimiento de estas figuras de arcilla blanqueadas con cal, una cerámica tradicional mallorquina con funciones de ocio y de silbato y decorados con pinceladas habitualmente verdes y rojas.

Algunos autores que han estudiado este ejemplo de artesanía local la sitúan en la época etrusca. Hay quien cree que los fenicios los trajeron de algún lugar remoto del Mediterráneo hace miles de años, y otros afirman que están entre nosotros, como mínimo, desde la conquista musulmana de la Isla, que se llevó a cabo alrededor del año 900 de nuestra era. Pero los expertos citados al principio de este texto apuntan dos datos que hacen temer que los siurells no son tan ancestrales como muchos creen.

En primer lugar, no se han encontrado siurells como tales en los yacimientos arqueológicos de Mallorca de la Edad Antigua. Por otra parte alguien ilustrado y embelesado por los encantos de Mallorca, como fue el Arxiduc Lluís Salvador, jamás los mencionó en sus prodigadas obras por lo que, cabe suponer que no existían en 1880 o bien que no gozaban del prestigio que han llegado a atesorar. Bien es cierto que en el museo de instrumentos antiguos de Bruselas tienen un siurell mallorquín datado en 1896.

De acuerdo con los autores de este estudio no se han encontrado en excavaciones arqueológicas posteriores, afirman que la primera referencia escrita, sobre los siurells, proviene de la década de 1880, en Manacor. Y que el archiduque centroeuropeo, que se estableció en Mallorca en 1872, tampoco hizo mención alguna, algo relativamente extraño al ser conocido por su carácter entre renacentista y romántico, fiel amante de la cultura mediterránea radicada en Mallorca.

Si el Arxiduc pasó de puntillas por encima de los siurells tal vez sea un claro indicativo o una pista importante más que un hecho anecdótico. Ello podría explicarse de dos formas: que todavía no existieran, o bien estuvieran tan poco valorados que ocuparan un ámbito de estricta marginalidad. El Arxiduc sería un buen detective y un pródigo patrón cultural, pero a buen seguro que no se adentraría en persona en según qué ambientes de hace alrededor de un siglo y medio.

Los autores mallorquines también manifestaron que no existe ningún documento que acredite que en 1820 se hacían siurells como atestigua Santiago Cortés, un capellán de Inca. Según su teoría, por aquel entonces un fraile italiano que había tenido un taller alfarero en Sicilia y se había trasladado a la capital del Raiguer los popularizó.

Además, distintos expertos coinciden en considerar que los siurells mallorquines son una adaptación tardía y simplificada, una copia de las figuritas que se hacían en el sur de Francia y en Italia con posterioridad a la Revolución Francesa y la unificación italiana, y que se pusieron de moda en los siglos XVIII y XIX para hacer befa y parodiar a los personajes del nuevo orden. Por tanto, serían una especie de fallas valencianas pero en versión casera y 'mini'.

Si bien tiene cierta lógica que una moda así llegara a Mallorca, y conocidas las conexiones culturales entre los territorios mediterráneos que abarcan incluso la invención de algo tan nostrat como la sobrassada, los siurells mallorquines suelen componerse a partir de tres piezas plegadas de barro –figura, peana y silbato– cocidas en hornos de leña, blanqueadas con cal y decoradas con pinceladas de colores, normalmente verdes y rojas, pero en ciertos lugares usan también el amarillo y el azul.

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En algunos hogares se les ha dado uso como juguetes. En otros forman parte de la decoración sobre muebles y estanterías. Hay quien los regala como recuerdo, y no fallan aquellos que les otorgan un valor simbólico, casi telúrico. Los siurells se hicieron muy populares en algunas ferias y romerías, como la de Sant Marçal (Marratxí), Sant Bernat en la Real y la Bonanova, en Palma. Algunos mayores recuerdan todavía que las figuritas eran los productos estrella y los fadrins se los regalaban a las chicas como presentes.

Actualmente Marratxí celebra una vez al año la Fira del Fang, un evento que reúne a los productores y los usuarios, y que además de siurells comercializa infinidad de utensilios moldeados a mano en barro cocido. En el municipio colindante a la capital balear se halla también el Museu del Fang, cuyo fondo consta de de unas 900 piezas de las cuales aproximadamente la mitad son de cerámica tradicional y el resto aportan una vertiente más artística.

Finalmente, cabe recordar a dos figuras del arte y la cultura vinculadas a Mallorca que contribuyeron a ampliar su fama a los ojos profanos. Fueron el poeta Robert Graves y el pintor Joan Miró. De hecho, el artista universal catalán atesoraba una amplia colección de siurells, habitualmente usó sus colores insignia e incluso levantó esculturas inspiradas en la artesanía más emblemática de esta tierra.

El apunte

Simbólico galardón

El periódico Ultima Hora concede anualmente los Siurells de Plata, un galardón instaurado el 4 de enero de 1965 para reconocer a aquellas las personas o entidades que destacan por su trayectoria en diferentes áreas como las letras, las artes, el deporte o la empresa, siempre en relación con Baleares.

Josep Tous Barberán, por aquel entonces director del diario, quiso crear, según sus propias palabras «una competición de popularidad». Los Siurells de Plata fueron entregados por primera vez en 1965 y los premiados fueron el campeón mundial de ciclismo Guillermo Timoner y el empresario hotelero Gabriel Barceló, dos personalidades que destacaban en el mundo deportivo y empresarial en ese año.

En la última edición, correspondiente a 2022, fueron premiados Alicia Sintes, al frente del Grupo de Física Gravitacional de la UIB con el Siurell Iniciativa Científica i Tecnològica. La Fundació Banc d’Aliments recibió el Siurell Iniciativa Social i Ètica; Sa Xerxa recibió el Siurell Iniciativa Cultural; la Fundació Miquel Jaume Palma Futsal obtuvo el Siurell Valors Esportius; el Gremi de Margers fue reconocido con el Siurell Iniciativa Mediambiental; la Facultat de Medicina de la UIB recogió el Siurell Actualitat. Finalmente el Siurell d’Honor Pere Serra fue para el Museu Sa Bassa Blanca.