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Hay una verdad que casi nunca nos gusta escuchar, y es que nosotros somos responsables de los conflictos que tenemos en nuestra vida. Quizá mientras lees esto te sientes sumamente ofendida u ofendido porque no puedes concebir asumir que absolutamente toda situación conflictiva es nuestra responsabilidad.

Aprender esta lección ha sido una de los aprendizajes más duros y más enriquecedores de mi vida.

Hacerme responsable de cada relación y cada conflicto, me ha permitido, aprender con humildad a reconocerme con honestidad en cada situación. ¿Qué parte de mí es la que se está haciendo evidente en este conflicto? ¿Qué parte de mi se manifiesta a través de esta relación? Estas son dos preguntas que te puedes comenzar a hacer en cada una de las situaciones que te incomoden o en cada una de las relaciones que te representen un reto o conflicto.

Mirarnos en el espejo de la adversidad o del otro siempre es incómodo y, sin embrago, es en esa mirada honesta de nosotros mismos en la que podemos lograr una profunda y real experiencia de crecimiento y transformación.

Lo más relevante de este ejercicio honesto y valiente es el regalo de libertad que nos otorga. ¿Sabes por qué? Porque la libertad radica en la profundidad de la frase: «la verdad os hará libres». La verdad es que cada una de las situaciones a las que nos enfrentamos son un espejo, un reflejo de nuestra conciencia.

Si quieres saber quién eres, debes comenzar por ver lo que estás manifestando a tu alrededor, sobre todo cuando de relaciones o conflictos se trata. Mirarnos en el éxito, en los halagos, en las cosas que nos dan satisfacción, es sin duda gratificante, pero el aprendizaje de la sombra, viene de sabernos mirar en nuestras partes más oscuras, y sabernos reconocer con humildad y sinceridad.

Entiendo que sigas molestándote, mientras continúas leyendo esta palabras, pero insisto; la libertad está en la verdad, y la verdad es que toda relación o conflicto es un espejo de quiénes somos nosotros mismos.

Partiendo de la premisa que todo lo que vemos frente nosotros, no es más que una extensión de la proyección de la mente inconsciente y de nuestro estado de conciencia y vibración, también podemos hacernos responsables y comenzar a cambiar las cosas que no queremos experimentar.

Y es aquí donde aparece este ejercicio que quiero invitarte a practicar hoy, y que en lugar de seguir señalando, culpando y victimizándote, tomes responsabilidad y te permitas esta nueva experiencia de resolución de los conflictos.

Digamos que la persona X constantemente traiciona tu confianza, que una y otra vez, miente, manipula o engaña. El ejercicio que vas a hacer es que cada vez que estés frente a esa persona o que pienses en ella, mentalmente repitas: «La parte de mí que miente, manipula y engaña, ya no la quiero experimentar a través de esta relación».

Sé que es un ejercicio sumamente radical, sin embargo, te garantizo, que detrás de su radicalidad existe una enorme libertad. Porque no hay mayor libertad que la responsabilidad plena de cada experiencia y relación que vivimos.

No hay nadie a quién culpar y recuerda que cada vez que culpas y señalas a otro estás perdiendo la oportunidad de aprender de ti mismo.