Las mujeres cargamos mucho, está en nuestra naturaleza ser dadoras y cuidar de los demás. Está en nuestra naturaleza, hacer muchas tareas a la vez y administrar muchas pistas a la vez. Somos así y somos capaces de hacerlo, sin embargo también es cierto que las mujeres necesitamos cuidar mucho mejor de nosotras mismas. La mayoría de nosotras no sabemos hacerlo y vamos tirando con el día a día, sin entender que para que todo funcione de la mejor manera los más importante es cuidar de nosotras.
En el retiro había mujeres de muchos lugares diferentes del mundo: Australia Japón, México, Estados Unidos y distintos países de Europa. Mujeres de muy diversos contextos y todas de edades comprendidas entre los 30 y 65 años. Parecería que poco hay en común entre tanta diversidad, sin embargo uno de los regalos más grandes de esta experiencia es darnos cuenta lo parecidas que somos las mujeres en nuestras necesidades esenciales. Es verdad que las personalidades e intereses varían enormemente, pero el común denominador de todas nosotras eran dos: la importancia de cuidar de nosotras, de alimentar nuestras pasiones y de encontrar con claridad un sentido de vida más allá de las responsabilidades propias de cada una en la vida cotidiana.
Ser mujeres es sin duda una tarea sofisticada y a la vez un regalo inmenso. No me canso de decir que somos las mujeres las que podremos ofrecer nuevas formas de compartir la riqueza, de cuidarnos unos a otros, de ser responsables con la Tierra. Las mujeres, por naturaleza, estamos diseñadas para cuidar el entorno porque sabemos instintivamente que de ello depende la supervivencia de nuestros hijos. Ojo, que no digo que los hombres no sepan hacerlo, lo que quiero señalar es la importancia que tenemos las mujeres en el estado actual en que se encuentra el planeta y por tanto la urgencia en que más mujeres asuman roles de liderazgo.
Eso sí, y esto es importante que todas lo aprendamos y practiquemos: Las mujeres somos sumamente poderosas para transformar nuestros entornos si trabajamos en equipo, si creamos comunidades, si nos ayudamos unas a las otras,... El femenino tóxico es aquel que tiende a buscar el beneficio o la atención solo para ella misma, esto no contribuye a la urgencia que el mundo reclama. Más que nunca, las mujeres que nos reunimos en comunidades conscientes y que somos capaces de no competir sino por el contrario de apoyar y empujar a nuestras hermanas en sus talentos, entonces resanaremos las largas heridas impuestas por la forma imperativa de vida de los últimos siglos que ha buscado que las mujeres compitamos unas con otras.
La sanación colectiva de lo femenino a nivel planetario, comienza en la capacidad que tengamos todos de abrazar lo femenino en nosotros mismos y en las personas que nos rodean y de permitir y apoyar que muchas muchas mujeres maravillosas muestren y compartan sus talentos.
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