CAI Zaragoza (17+14+9+24): Van Rossom (3), Roll (10), Rudez (17), Aguilar (10) y Norel (4) -cinco inicial- Jones (10), Stefansson, Llompart (2), Toppert (8) y Fontet.
Real Madrid (21+15+22+): Llull (13), Suárez (1), Rudy Fernández (10), Begic (2) y Mirotic (14) -cinco inicial- Pocius, Reyes (8), Sergio Rodríguez (6), Carroll (10), Slaughter (8), Draper y Hernangómez.
Árbitros: García González, Perea y Jiménez.
El Real Madrid confirmó su condición de favorito ante el anfitrión CAI Zaragoza y jugará la final de la Supercopa de baloncesto, en la que tendrá el reto de intentar destronar al Barcelona Regal que aspira a su quinto título.
En la final zaragozana, los madridistas intentarán romper la hegemonía del Barcelona Regal, que suma cuatro títulos, los mismos que el actual Caja Laboral aunque los ganó como TAU Cerámica, ante el que además ha perdido las dos finales que ha disputado, en Málaga 2004-2005 y en Gran Canaria 2009-2010.
El encuentro sólo tuvo la historia que quiso el conjunto madridista. Durante los dos primeros cuartos se mantuvo cierta igualdad en el marcador, pero los madridistas la rompieron con un excelente inicio tras el descanso ante un CAI Zaragoza que no pudo hacer nada por impedirlo.
Al CAI Zaragoza le pesó en exceso su complicada pretemporada, en la que únicamente en los días previos a esta Supercopa el técnico José Luis Abós ha podido trabajar con la plantilla al completo.
Los zaragozanos comenzaron el partido espoleados por sus seguidores y durante los primeros minutos ejercieron el dominio en el marcador, ante un conjunto madridista que no tardó en reaccionar y tras igualar por primera vez el choque (11-11) anotaron un parcial de 0-7 con el que abrieron la primera brecha.
En su calidad de anfitriones y a pesar de partir como víctimas propiciatorias, los rojillos querían dejar a su afición un buen sabor de boca ante un adversario que llegaba a la capital aragonesa con un currículum inmaculado durante la pretemporada con seis triunfos en otros tantos encuentros.
El equipo de José Luis Abós peleaba por cada balón y no estaba dispuesto a dejar escapar a su adversario en el marcador y aunque tuvo varias opciones de lograr la igualada antes del descanso no consiguió su objetivo.
Los madridistas querían evitar cualquier susto ante un rival que, por el hecho de jugar en casa, podían alcanzar un rendimiento superior al inicialmente previsto.
Tras el descanso a los zaragozanos se les paró el reloj tras los dos puntos iniciales de Pablo Aguilar y los madridistas no desaprovecharon la oportunidad para endosar un rotundo 0-12 que rompió el partido definitivamente.
A partir de ahí, con el partido resuelto, lo único que levantó al público de sus asientos fue la técnica que señalaron a Abós que elevó hasta diecisiete puntos la ventaja madridista (36-53).
En los diez minutos finales, la diferencia se movió siempre en el entorno de la barrera de los veinte puntos (40-60), con un final plácido para los hombres de Pepe Laso y con los maños peleando por al menos mantener la tensión en el juego y no terminar con una sonrojante derrota. De hecho la siesta en la que pareció sumirse el equipo blanco no la desperdiciaron los zaragozanos para ponerse a siete puntos (64-71) con un triple de Toppert a menos de minuto y medio para el final.
Pablo Laso pidió tiempo muerto porque quería evitar cualquier sorpresa desagradable, después de haber tenido encarrilado el acceso a la final.
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