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Aitor Fernández
Una generación emergente, una tendencia transoceánica y una saga de reconocidos profesores sin escuela donde instruir: éstas son las líneas maestras que definen a grandes trazos la situación de los banquillos españoles en el comienzo de la temporada 2005-06 en Primera División. Ver una Liga sin Vicente del Bosque, sin Javier Irureta, sin Víctor Fernández o sin Javier Clemente, los últimos técnicos que han ganado títulos en España, sorprende. Pero son los nuevos tiempos donde se busca un perfil diferente: gente joven, eso sí y que gane mucho menos dinero que estos técnicos consagrados.

Quique Sánchez Flores se ha convertido en algo más que el candidato a borrar de Mestalla la sombra de éxitos que dejó Rafa Benítez, ahora en el Liverpool. La buena temporada realizada el pasado año en Getafe, en su primera experiencia en Primera, sirvió para que un grande del fútbol español se fijase en él y para que se le coronara como él líder de una generación de jóvenes entrenadores que recientemente han colgado sus aspiraciones de futbolista profesional.

Quique tiene la misión de devolver al Valencia a la lucha por las competiciones nacionales e internacionales, hacer olvidar la convulsa temporada pasada en el club del Turia y confirmar sus buenas maneras como director del vestuario. En esta generación de neonatos técnicos también se encuentra Ernesto Valverde, que en las dos últimas campañas mantuvo al Athletic de Bilbao en la parte alta de la clasificación. Pero el extremeño decidió no renovar con el conjunto vasco, no cerró ningún acuerdo con los clubes que le pretendieron y comenzará la Liga sin equipo.