Decidió el seleccionador español dedicar el segundo amistoso camino de Sudáfrica para realizar pruebas, dar minutos a los que serán suplentes en el Mundial y ensayar la vía alternativa, la entrada en escena de extremos. No funcionó.
España perdió su seña de identidad. Tocó menos y lo que es más importante, retrasó una línea de presión que es la primera clave del éxito. Con sólo Fernando Llorente como referencia ofensiva, desde el inicio quedó claro que el amistoso tenía más importancia en la búsqueda de ritmo de competición que por el resultado.
Del Bosque hará un análisis exhaustivo. Debe ver que es un estilo que sirve para encuentros que se traban, en los que el rival se encierra en su terreno, pero no para comenzar de inicio. España se pierde en el juego directo. Se aleja de su sello de éxito, el que le condujo a conquistar la Eurocopa 2008 y con el que ha caminado con paso siempre firme hacia el Mundial 2010.
Si el amistoso ante Arabia Saudí dejó como nota más positiva la recuperación del mejor nivel de Andrés Iniesta, el encuentro ante Corea del Sur sirvió para que Cesc Fábregas recupere sensaciones perdidas. Anda lejos de su mejor nivel, tras dos meses de lesión, y debe ganar en autoestima.
Si con Luis Aragonés se sentía el jugador número doce, ahora ha bajado escalones con Vicente Del Bosque. Xabi Alonso le gana la batalla. Necesita volver a brillar para ganarse un sitio. Repite forma de entrada en un gran campeonato con la confianza que le da el pasado para volver a soñar con ser clave.
Sólo Sergio Ramos y Andrés Iniesta son indiscutibles en el once que alineó Del Bosque. Se notó. Era la primera vez que se juntaba este grupo de internacionales. Faltó ritmo y llegada. España no chutó a la puerta defendida por Lee Woon Jae -el mismo que echó a la Roja en los penaltis del Mundial 2002- hasta el minuto 35, cuando el travesaño repelió un disparo colocado de Cesc.
Hasta entonces, cayó en la pelea propuesta por Corea del Sur. Pecó de buscar siempre por alto a un delantero como Llorente, que también brilla por abajo. Con excesivo protagonismo de la banda derecha con Sergio Ramos y Jesús Navas. Escasa aparición de Iniesta, encargado de dejar los detalles de más calidad del choque.
Iker Casillas cumplía diez años con la selección en el banquillo. Le tocaba descansar. Dejó su puesto a Pepe Reina, rápido en las salidas por la defensa adelantada. Vio pasar el disparo más peligroso de los coreanos, de Kim Jung Woo en el minuto 14, que rozó el palo. Fue clave con una doble intervención en el último suspiro del primer acto, con mano salvadora a tiro de Park Chu y salvando el resbalón de Marchena con una parada cuando recuperaba su posición.
Del Bosque está encantado con Javi Martínez. Ha encontrado un futbolista total. Capaz de brillar en la destrucción, aparecer con la misma eficacia en la ayuda a los centrales como por sorpresa en ataque. Fue de lo poco destacado en el juego plano de la Roja, junto al mejor del amistoso, el descaro de Jesús Navas. Todo hasta la aparición del cerebro. El líder sobre el césped. El futbolista que marca el patrón. Fue entrar Xavi Hernández y la posesión pasó a ser española.
Se juntó la imaginación de Xavi con el hambre de gol de David Villa para comenzar a crear ocasiones. Valdés se llevó su primer susto por un fallo de Raúl Albiol que desperdició Park Chu, pero las ocasiones fueron españolas. Javi Martínez chutó alto, Navas a los pies de Jung Sun y Villa tuvo tres para volver a marcar en su estadio fetiche, donde goleó en la Eurocopa.
España no encontraba el camino del gol pero tiene tanta confianza en sus cualidades que nunca se rinde. Una mala salida de Valdés en una falta lateral, la remató Lee Jung ajustado al palo. Segundos después Navas decidía el partido con un derechazo desde 30 metros imparable.
La Roja firmó un nuevo triunfo en el camino al Mundial -lleva pleno desde las semifinales de la Confederaciones-, pero sigue sin encontrar el juego que le convierte en la favorita para Sudáfrica.
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