Dos aficionados del Chelsea protestan por la creación de la Superliga. | NEIL HALL

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Poco más de 48 horas después del anuncio de su creación, la Superliga fundada por doce de los clubes más potentes de Europa se desvanece después de la renuncia de los seis ingleses, los tres italianos y la del Atlético de Madrid, ante el silencio de Real Madrid y Barcelona.

El pronunciamiento del Juventus, último en la cascada de «deserciones», deja todavía un escenario de cierta incertidumbre. El club de Andrea Agnelli, vicepresidente de la Superliga, ha admitido que su paso al lado se debe al contexto actual, «pese a seguir convencido del valor deportivo, comercial y legal del proyecto».

El club turinés entiende que la Superliga ahora mismo tiene «reducidas posibilidades de ser llevada a cabo en el formato en el que se había pensado» y apunta que los trámites necesarios previstos por el acuerdo entre los clubes todavía no han sido completados».
Las postura de renuncia de los tres clubes italianos este miércoles ha chocado con la firmeza que la Superliga mantuvo la madrugada pasada, cuando ya los ingleses habían abandonado la iniciativa.

El grupo reducido a seis aseguró entonces que seguía adelante y que se disponía a reconfigurar el proyecto, con el objetivo «de ofrecer a los aficionados la mejor experiencia posible» y potenciar «los pagos solidarios para toda la comunidad futbolística».

Desde su punto de vista la marcha de los ingleses -Manchester United, Manchester City, Liverpool, Chelsea, Arsenal y Tottenham Hostpur- se debió a la presión que habían ejercido sobre estos. Y, quizá, al margen de los rechazos oficiales de la UEFA, la FIFA, las ligas, las federaciones y la Comisión Europea, los clubes no esperaban que los aficionados se echaran a la calle para protestar por este nuevo modelo y menos en tiempos de pandemia.

La voz más fuerte ha sido la de los seguidores ingleses, apoyados por el Gobierno y hasta la realeza, pero también otras, como la de Pep Guardiola en defensa del mérito deportivo, han sumado en contra de una liga cerrada como entienden sus detractores frente al concepto de abierta que propugnan sus impulsores.

Los jugadores del Liverpool también se pronunciaron en contra igual que históricos Kenny Dalglish y David Beckham. También en Italia los aficionados han pesado en el cambio de postura especialmente en el Inter y el Milán. Este se ha mostrado obligado a ser «sensible a la opinión de los que aman este deporte maravilloso».

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En un tono similar el Atlético de Madrid ha considerado «esencial la concordia entre todos los colectivos que integran la familia rojiblanca, especialmente los aficionados» cuando ha transmitido su retirada de una iniciativa, una postura que para el técnico argentino Diego Pablo Siemone es «una gran mirada a la familia atlética».
Con este escenario falta por ver si hay algún tipo de reacción por parte de Barcelona y Real Madrid.

El club azulgrana contempla todos los escenarios abiertos sobre su continuidad a la espera de conversaciones, pero su capitán Gerard Piqué ya ha dicho que «ahora más que nunca el fútbol pertenece a los seguidores». Su técnico, Ronald Koeman, se ha expresado en el mismo sentido.

El Barça incluyó una cláusula en su contrato con la Superliga que deja la entrada en la competición a expensas de la ratificación de la Asamblea de Compromisarios del club, algo que el Real Madrid no ha comunicado, ya que las únicas manifestaciones de su presidente,

Florentino Pérez, hace dos días, las hizo como presidente de la Superliga.
En ellas defendió que se trata de un proyecto para arreglar la mala situación del fútbol y paliar la pérdida de ingresos especialmente las dos últimas temporadas.

El presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin, aseguró que Agnelli y Pérez llevaban años «cociendo» esta idea, que hicieron pública horas antes de la formalizara el cambio de formato de sus competiciones a partir de 2024 y anunciara que va a revisar y flexibilizar su sistema de juego limpio financiero.

Ceferin aplaude desde ayer a los que han «corregido» su error y «han vuelto al redil» y espera nuevos gestos. «Lo importante ahora es que sigamos adelante, reconstruyamos la unidad de la que gozaba el juego antes de esto y avancemos juntos».