«Si los políticos trabajaran juntos tan constructiva y decididamente como un exitoso equipo de carreras, entonces no estaría preocupado. Las personas que demonizan el coche son muy pocas, pero se aseguran de que los posibles patrocinadores no consideren oportuno apoyar la Fórmula 1 para luego sacar beneficio de ello», dijo Haug, que trabajó en Mercedes de 1990 a 2012, al diario Pforzheimer Zeitung en una entrevista el sábado.
El emblemático circuito de Nürburgring acogió la última carrera de F1 en Alemania como parte del calendario de última hora durante la pandemia del coronavirus en 2020. Antes de eso, tanto Nürburgring como Hockenheim solían ser una parada permanente durante la temporada, albergando el Gran Premio de Alemania.
Sin embargo, ninguno de los dos circuitos puede permitirse los elevados precios de entrada, que rondan los dos millones de euros. En otros países, el Estado subvenciona los eventos.
«Si el Estado de Baden-Württemberg invirtiera 20 millones de euros en un Gran Premio en Hockenheim, se obtendría una facturación de unos 50 millones de euros, con unos impuestos de 10 a 12 millones de euros que revertirían al Estado. Se invierten muchos millones en el estadio de fútbol de Stuttgart, por ejemplo», afirma Haug basándose en sus propios cálculos.
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