Hace años que el fútbol japonés inició un proceso de crecimiento, encaminado a ser capaz de plantar cara a los grandes del panorama internacional, que se someterá a examen ante España en un duelo clave para ambos en la pelea por acceder a los octavos de final de la Copa del Mundo Qatar 2022. Uno de los alumnos más aventajados nacidos de ese proceso es Takefusa Kubo (Kawasaki, 2001), cuyo talento echó raíces en su país natal, pero ha bebido del balompié formativo del Viejo Continente para forjar un futbolista multicultural que centra miradas cada fin de semana.
Ha ayudado a ello, también, su trayectoria vital vestido de corto. El hecho de haber pasado por la cantera del Barcelona y regresar a Europa de la mano del Real Madrid aporta a su historia un elemento de 'picante' que no es ajeno al espectro mediático. Las puertas del conjunto azulgrana comenzó a abrírselas un campus en Japón en el que fue escogido el mejor jugador. De ahí fue a jugar un torneo con la Barça Escuela de España y, una vez confirmado que lo que ofrecía era digno de tener en cuenta, acabó probando con los azulgranas tiempo después.
Compañero de generación de Ansu Fati, con quien llegó a formar una excelente asociación en la ofensiva, una sanción de la FIFA al club le cortó las alas y le 'invitó' a volver a Japón. No tardó demasiado en debutar en la máxima categoría de la mano del FC Tokyo, quien le dio la alternativa cuando solo tenía 15 años.
Afianzado ya como una realidad apareció el Real Madrid para convencerle de vestir de blanco, convirtiéndole en el primer japonés que formaba parte de la plantilla. Su primera pretemporada despertó gran expectación, pero su condición de extracomunitario obligó a buscarle cesiones ante la falta de huecos. La primera fue en el Mallorca, donde su protagonismo fue de menos a más pero no pudo esquivar el descenso. Fue un viaje de ida y vuelta ya que volvió a unirse al conjunto bermellón tras el ascenso de este y después de una temporada de sinsabores en el Villarreal y el Getafe.
Y también con su selección. Kubo asumió el liderazgo, y por consiguiente la presión, de liderar a los suyos en los Juegos Olímpicos que se celebraron un año más tarde, en verano de 2021, por la pandemia del coronavirus. El futbolista, aún por entonces propiedad del Real Madrid, acarició llegar a ‘su' final, pero se encontró en el camino, como hará este jueves por un puesto en los octavos de Qatar 2022, con España. Aquel día Asensio fue el héroe y Kubo un cadáver andante por la zona mixta del estadio de Saitama.
Cabizbajo, arrastrando las piernas… abatido por completo. De las peticiones para que se parase a contestar preguntas en castellano, hasta que decidió contestarlas, más de 10 segundos. Su cabeza estaba en otro lugar, o quizá en ninguno fruto a la presión que soportó sobre sus hombros. «Es lo que hay, hemos perdido, hay que seguir, pero ha sido un palo durísimo, sabíamos que iba a ser complicado pero yo fallé y ellos metieron, es la realidad. Fueron superiores y hay que seguir, tuvimos ese punto de y sí, y sí... Sé que no existen esas cosas, pero hay que seguir», dijo Kubo, sin levantar la mirada del suelo en ningún momento, al ser cuestionado por EFE.
En la adversidad encontró Kubo la madurez y su segunda etapa saldó cuentas pendientes sellando la permanencia en su segunda etapa en el Real Mallorca. Se ganó, además el derecho a volver a un equipo de altas miras como la Real Sociedad, donde se ha adaptado bien hasta el punto de ser titular en diez de los catorce enfrentamientos disputados. Cómodo en un entorno que le permite sacar partido a todas sus virtudes, el objetivo es ahora asentarse para terminar de explotar. Pendiente de ello estará el Real Madrid, que pese a traspasarle mantiene todavía opciones de reclutarle en el futuro.
Sustituido en el descanso del triunfo contra Alemania y sin minutos en la derrota contra Costa Rica, el enfrentamiento ante España puede ser un punto de inflexión para él en la cita mundialista; la opción de dar ese salto adelante definitivo que muchos esperan.
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