Volvió a quedar claro. El Madrid es el Madrid. El campeón del mundo
llegó a Palma y lo hizo aclamado por un buen puñado de seguidores,
que se agolparon en el aeropuerto de Son Sant Joan y también en las
inmediaciones del Nixe Palace, hotel de concentración de la
expedición blanca en busca de la rúbrica de algún futbolista sobre
una hoja de papel o una fotografía con Raúl. Y mientras un buen
puñado de aficionados desafiaban a la climatología y también a las
fuerzas de seguridad por un recuerdo madridista, en el hall del
Nixe el presidente Sanz se fundía en un abrazo con Francisco Sanz
Durán, el hijo que tiene en el otro bando. Fernando, el hermano que
sí viste de blanco, hacía lo propio.
Minutos después comparecía Gus Hiddink. El técnico holandés no
ocultó su ambición por arrebatarle el Mallorca el liderato de la
competición doméstica en el propio Sitjar, pero vendió respeto
supino. «Es un equipo que tiene muy pocos puntos débiles, como lo
demuestra el hecho de que es el actual líder de la Liga. Es un
equipo muy bueno, disciplinado, con una excelente defensa y un gran
contragolpe», aseguró el preparador ante la prensa local.
«Ha recibido sólo siete goles en la Liga, y es una demostración
palpable de que sabe defenderse. Nosotros respetamos al rival, pero
saldremos a ganar, como siempre lo hacemos», precisó.
La estadística habla a favor del Real
Madrid
La estadística de los enfrentamientos entre el Mallorca y el Real
Madrid es nítidamente favorable al conjunto blanco. De trece
enfrentamientos en el Sitjar, el equipo balear sólo ha ganado en
dos ocasiones, ha cosechado cinco empates y sumado seis derrotas.
Si contabilizamos los enfrentamientos en el Bernabéu, los números
se disparan. De hecho, sólo en dos ocasiones el Mallorca ha logrado
empatar en la capital de España. El resto son victorias
locales.
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