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Antonio Asensio se ha cansado de aplazar su entrada en Son Moix. El propietario del Real Mallorca SAD está molesto, preocupado e incluso algo crispado y ayer lo hizo público: «no puedo garantizar que el 11 de agosto el nuevo estadio esté en condiciones de afrontar la primera eliminatoria de la Liga de Campeones». Tajante, claro, conciso y tremendamente realista.

Asensio compareció ante los medios de comunicación para radiografiar la actualidad balear. El club entra en el nuevo milenio en una dimensión insospechada. Con un cartel en Europa y un currículum que empieza a engordar, la entidad mallorquina se ha comprometido con la historia y quiere un futuro llano: «primero nos dijeron que sería en junio del 98, luego en diciembre del mismo año y estamos en julio del 99 y falta mucho para finalizar el estadio. Cuando las cosas se hacen mal, es normal que sucedan estas cosas».

El máximo accionista de la entidad significaba que «he estado esta mañana "por ayer" dos horas en el campo, después de reunirme con el alcalde y el gerente de urbanismo, y veo que faltan muchos detalles. Sinceramente, no puedo ser optimista. Hemos llegado a un acuerdo y nosotros replantaremos el césped y moveremos la tierra, porque la hierba y el sistema de riego son horribles. Esto nos va a costar cerca de 80 millones de pesetas, porque hacen falta dos toneladas de tierra y poner nuevos tepes».

Antonio Asensio apuntaba directamente al Ajuntament de Palma y comentaba que «queremos el estadio acabado. Sólo pedimos lo que está firmado en el convenio, porque Son Moix tiene buena estética (en referencia al trabajo de Guillem Reynés) pero le faltan vallas, taquillas y hay problemas con la pista de atletismo. Sería una insensatez y una irresponsabilidad que, así como está ahora el campo, disputaramos algún partido. Si no estuviera acabado, tendríamos que pedir a la Liga de Fútbol Profesional y a la UEFA que nos dejaran jugar en el Lluís Sitjar», agregaba.