La probada eficacia del Real Mallorca en destrozar centenarios (ya
se lo amargó al Athletic de Bilbao hace dos temporadas) quedó
demostrada una vez más ayer, con una victoria tan justa como
agónica en el olímpico de Montjuïc. En un encuentro de marcado
corte histórico, ambos rivales interpretaron a su manera el
resultado. Para el Espanyol fue la derrota del siglo; para el
Mallorca se trató de la victoria del año. Los goles de Stankovic y
Biagini dieron al grupo de Vázquez tres puntos que terminan
definitivamente con la leyenda negra que pesaba sobre el equipo
cada vez que cogía las maletas.
El Mallorca se adueñó del perímetro del campo pronto,
desplegando un 4-4-2 clásico que hizo recordar al equipo
difícilmente batible de la pasada temporada. La disposición de los
jugadores en el campo fue más que un dibujo táctico y el Espanyol
fue fácilmente neutralizado en su zona de creación, donde Brindisi
había dispuesto igualmente una línea de cuatro jugadores: De Lucas,
Velamazán, Sergio y Arteaga. El corte de suministro convirtió en
meros espectadores a los dos delanteros, Martin Posse y Tamudo, que
no inquietarían la posición de Burgos en toda la primera parte.
Si iba a llegar algún gol, tenía que venir del lado bermellón y
Stankovic lo confirmó con un magistral lanzamiento de falta cuando
acababa de cumplirse el minuto 22. El Espanyol no tuvo tiempo de
meditar sobre su situación. En el 24, Leo Biagini culminaba una
inteligente acción de Tristán para encauzar una victoria fácil y
cómoda. Al menos podría haber sido fácil y cómoda, de no ser porque
todavía quedaban tres cuartas partes de partido por disputarse.
El Espanyol mostró otro rostro tras el descanso. En un intento
de enderezar la retahíla de errores del primer tiempo, Brindisi
sentó a Martín Posse y Arteaga y dio salida a Roger y a Serrano.
Ambos tendrían una incidencia importante en el encuentro. El
primero firmó un gol sensacional al imprimir al balón un efecto al
saque de una falta que dejó sentados tanto a Burgos como a la
defensa; el segundo participó, muy a su pesar, en una acción que
pudo haber cambiado el sino del partido cuando recibió un fuerte
golpe de Germán Burgos instantes antes de que se botara un córner.
Por fortuna para el Mallorca, ni Mejía Dávila ni sus auxiliares se
percataron de la acción. El Espanyol se encargará de que el comité
de competición se pronuncie sobre el caso enviando un vídeo de la
agresión.
Con el 1-2, el Espanyol adelantó sus líneas, redujo precauciones
en defensa y se lanzó en tromba en busca del empate. Sin embargo,
el orden mallorquinista no se descompuso bajo ninguna
circunstancia, ni siquiera con la expulsión de Siviero. El equipo
bermellón supo aguantar el vendaval e hizo buena su fama de
arruinador de centenarios.
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