24/12/99 0:00
MIGUEL VIDAL
«Algún día, si Brasil me necesita, me presentaré como candidato a
la presidencia del país». Es difícil, en unas pocas cuartillas,
condensar la vida de Edson Arantes do Nascimento «Pelé»,
considerado por los especialistas de todo el mundo como el mejor
futbolista del siglo XX. De todas las conversaciones que yo he
tenido con «O'Rei», recuerdo especialmente una mantenida en Nueva
York en junio de 1975 y otra en Montevideo en enero de 1981. De
todas las frases que tengo anotadas, que son muchas, y generalmente
interesantes, he empezado con la que habla de sus aspiraciones
políticas porque ser presidente de Brasil "ahora ya es ministro de
Deportes" quizá sea lo último importante que le resta por hacer a
Pelé, un hombre que a lo largo de su exitosa carrera ha hecho de
todo. Ha conocido la miseria de su niñez en Tres Corazones y la
opulencia en Santos, la discriminación y la estima, se ha codeado
con escritores, actores, cantantes, reyes y presidentes hasta
llegar a ser uno de los personajes más admirados y conocidos en el
mundo entero. Porque, ¿quién no ha oído hablar, siquiera una vez,
en cualquier rincón del globo terráqueo y hasta en la estación
orbital MIR, de Pelé? El fútbol hizo de él su figura más universal.
Especialmente a partir de 1969, 11 de noviembre concretamente, al
marcar el gol número mil en su carrera profesional, acontecimiento
enlazado con el título de campeón del mundo con Brasil en 1970 y ya
posteriormente en junio de 1975 su «contrato del siglo» con el
Cosmos de Nueva York: siete millones de dólares libres de
impuestos.
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