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Todos los años son el año de Cúper y la primera temporada en su periplo valenciano no ha sido una excepción. Desde que desembarcó en el fútbol español con un currículum muy poco sugerente "un montón de subcampeonatos y un título de la Conmebol, algo similar a la UEFA pero sin ningún cartel en Europa" el técnico argentino ha practicado siempre la sana costumbre de disputar una final cada temporada. Después de que su equipo confirmara los pronósticos y neutralizara cualquier atisbo de milagro en el Camp Nou, el ex entrenador del Mallorca vivirá en París su cuarta alternativa para dar lustre a una trayectoria plagada de segundos puestos. La vinculación de Cúper con el prefijo «sub», comenzó en los albores de su carrera. Durante su etapa como jugador fue subcampeón de Argentina en dos ocasiones (1981 y 1983) y como entrenador se quedó tres veces a las puertas de ganar el Torneo de Clausura (Huracán, 1994, 1995 y 1996). Con el título de la Conmebol en el equipaje, Cúper fichó por el Mallorca dispuesto a engrosar sus vitrinas y volvió a quedarse a un palmo de la gloria en la agridulce final de la Copa del Rey de Mestalla. La excelente imagen que ofreció su grupo ante el Barcelona y el hecho de que sólo el infortunio "y una polémica actuación arbitral" le privaran al equipo del título convirtió al Mallorca en un vencedor moral. A ojos de su afición, Cúper había conseguido su primer gran triunfo en su nuevo equipo. Meses después, el argentino se tomaría cumplida revancha de aquella jornada vapuleando al Barcelona en los dos encuentros de la Supercopa. Van Gaal presenciaba la primera pañolada en el Camp Nou y empezaba a tomar conciencia de que Cúper, más que un colega, era un problema. La amarga experiencia de Mestalla tendría una justa recompensa un año después. Su condición de «sub» le otorgo el Mallorca el derecho a disputar la Recopa mientras el Barcelona malvivía en la Liga de Campeones. Y nueva final. El 19 de mayo de 1999, el argentino volvía a sentarse en un banquillo para dirigir el último peldaño a un título de una competición continental. A ocho minutos del final, y cuando el mallorquinismo pensaba que la ley de las compensaciones daría a su equipo el trofeo arrebatado en Mestalla, una volea de Nedved volvió a dejar a otro proyecto Cúper en el lado oscuro. Apenas un mes después, el técnico anunciaba su marcha definitiva de la Isla para embarcarse en un nuevo episodio en Valencia.

En vísperas de la que seguramente será la cita más trascendental de su carrera, Cúper ya tiene un triunfo conseguido de antemano: él siempre está ahí.